Comenzaré con el ejemplo de Costa Rica. En este momento, el campeonato tico lleva 6 fechas disputadas, sin embargo, el actual campeón, Deportivo Saprissa, sólo ha podido disputar dos jornadas debido a un brote de COVID-19 en sus filas. Además, hay 2 equipos más en el fútbol costarricense que tienen casos positivos y la situación se podría poner peor dado que Costa Rica está registrando actualmente el mayor número de casos diarios desde que su pandemia comenzó (el sábado 12 de septiembre tuvieron el récord de 1485 casos nuevos diagnosticados en un día).
Ahora, si revisamos el Protocolo de Medidas Sanitarias para el Abordaje de la Emergencia Nacional COVD-19 en la Liga de Fútbol Profesional de Costa Rica (UNAFUT), vemos que no toman en cuenta a las personas asintomáticas. La única medida de detección de casos que realizan a los miembros de cada equipo antes del entrenamiento es: toma de temperatura y llenado de un cuestionario médico dirigido con 3 preguntas: presencia de síntomas de COVID, historia personal y/o familiar de contacto con casos sospechosos.
Luego, sólo a los casos sospechosos, se les realiza la prueba PCR en tiempo real (PCR-TR).Es decir, con estas medidas es imposible detectarlos casos asintomáticos. Eso es precisamente la raíz del problema: la mayoría de futbolistas que se infectan con COVID-19 no presentan síntomas, pero sí transmiten la enfermedad (ver, “¿A quiénes les va bien y a quiénes les va mal con el COVID-19? ¿Cuál es el secreto?”).
Por lo que, si estos casos no se detectan a tiempo, el virus siempre nos llevará ventaja y será imposible contener el contagio dentro de los equipos. Por lo tanto,cada vez que aparezca un caso positivo dentro de un equipo vendrá la pregunta obligada, ¿cuántos más estarán infectados? Al practicar las pruebas diagnósticas con intervalos de 15 días tal como lo indica el Protocolo de Bioseguridad de la Liga Profesional de Honduras (o sólo a los casos sospechosos como lo indica el Protocolo Sanitario de Costa Rica), no hay manera de saberlo, pues a la persona que le sale positiva la prueba, no se sabrá cuándo se infectó, debido a que no tuvo síntomas.
Es más, si se utilizan las pruebas de detección de anticuerpos que el protocolo recomienda (independientemente del método serológico utilizado), estos se detectarían hasta una media del décimo al treceavo día de la infección y probablemente la persona infectada ya contagió a los demás miembros de su equipo, a su familia y a los jugadores del equipo contrario.
Tampoco tiene utilidad saber si los anticuerpos que esta persona presenta son del tipo IgM o IgG, pues ya se sabe que en COVID-19, contrario a otras enfermedades, el comportamiento de la aparición de los anticuerpos es diferente, pues generalmente ambos aparecen al mismo tiempo, e incluso IgG puede aparecer antes que IgM, y por ende, para el COVID-19,IgM no debería de ser utilizado como marcador de infección temprana.
Las únicas dos pruebas capaces de hacerlo son la PCR en tiempo real y la prueba de detección del antígeno viral, ambas por hisopado. Esta última, por razones de costo (L. 1,600 en la Cruz Roja), con una sensibilidad de 85% y especificidad del 99%, debería ser la prueba indicada.
No esperemos a que nos pase lo que ya se ve venir, hagamos las correcciones a tiempo. La efectiva implementación de las medidas de protección personal (uso de mascarilla, aseo de manos y distanciamiento personal), junto a la realización de la prueba diagnóstica indicada en el tiempo requerido, son las medidas para garantizar el futuro del fútbol hondureño.