Lo más importante es ser una buena persona, ser muy firme en la defensa de los ideales propios. La relación Troglio – Olimpia era necesaria. El Club que forjó su historia en conquistas nacionales e internacionales, estuvo tres años sin ganar el campeonato local. Pedro, el entrenador, quería saborear un nuevo fútbol, que buena idea fue para ellos juntarse.
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Llegó al decano del fútbol hondureño, a promover jugadores, a potenciar una identidad ganadora, a recoger los frutos de lo sembrado en las reservas olimpistas, a saber, valorar el trabajo de los formadores en las inferiores merengues. Convenció a los jugadores que se hicieron en el club, educados para interpretar el juego en espacios reducidos, que cuando no se estaba en disposición del balón, podían replegarse, que podían jugar directo y ganar las segundas jugadas.
La mayor característica de los líderes es saber persuadir, un entrenador de fútbol, no está para imponer, ni siquiera la disciplina es eso, en este juego, los que están al frente de un equipo; convencen. Ese arte que no todos traen y que no todos tienen. Pedro Troglio, si que lo lleva muy dentro.
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Pero el argentino tiene un rasgo muy particular, es un fiel creyente de sus futbolistas, se expresa de ellos como personas, no como elementos, los ve a los ojos y los respeta mucho. Respaldó a Jerry Bengston, en sus peores momentos, creyó en Germán Mejía, ejerciendo la figura similar a la de un padre y en Edrick Menjivar; mención aparte para el profesor Sergio López, entrenador de porteros, que tiene mucho que ver con el nivel del isleño.
De saber creer, de guiar, de emocionar y de saberse acompañar. Esas son las verdades de un líder. Pedro Antonio Troglio y el Club Deportivo Olimpia lograron juntarse en el camino; y vaya qué bueno fue.