Desgraciadamente en el fútbol ocurre lo mismo, y lo estamos viviendo con nuestra Selección Nacional. No se enfrentan los retos desde el inicio con la debida seriedad, lo que no ocurre en países organizados como México, Estados Unidos o Costa Rica por dar un ejemplo.
Es hasta que estamos con la soga al cuello cuando caemos a la realidad y es hasta ese momento cuando damos lo mejor por sacar los resultados. Si no veamos la forma en que hemos clasificado a los mundiales de fútbol con el agónico triunfo de la Selección de Reynaldo Rueda en San Salvador, ayudados por aquel gol in extremis de Bornstein a Costa Rica.
Así como cuando no nos alcanzó el esfuerzo tardío con la Selección de Pinto al ganar el último partido de la eliminatoria pasada a México, pero condenados al repechaje por aquel gol fantasma de Panamá ante Costa Rica.
En parte, la culpa viene de la forma en que se organiza el Campeonato de la Liga Nacional, cuando de 10 equipos participantes, a 6 de ellos se les permite entrar en una ronda final para que en el lapso de un mes se declare Campeón Nacional a un equipo que a última hora sacó los resultados, no importando la constancia y el esfuerzo del equipo que ganó las vueltas regulares.
Por eso los países que sobresalen en el fútbol mundial, son los que tienen sus torneos locales organizados de tal manera que el equipo que sale campeón es aquel que obtiene la mayor cantidad de puntos durante todas las vueltas regulares. Allí no existe la liguilla, porque no se fomenta la mediocridad.
En este momento de reorganización del cuerpo técnico de la Selección Nacional, todos sabemos que ya no hay margen de error, cada partido se debe de ganar.
Por eso recomiendo que a cada jugador se le realice una evaluación psicológica, con el objetivo de seleccionar al grupo que tenga el enfoque idóneo, el objetivo claro y la disposición para lograrlo.
Selección Nacional de Fútbol de Honduras, aún se puede clasificar. Sólo basta con recordar a las generaciones que sí lo han logrado, como aquel sacrificado grupo que bajo la dirección de Chelato Uclés, de manera invicta ganó la hexagonal final, clasificando inobjetablemente a España 82.
En este último esfuerzo no hay lugar para los perdedores. Todos: afición, prensa deportiva, directivos, técnicos y jugadores, convencidos y decididos, aceptemos el reto.