Desde hace dos años, después de sus labores en la reserva de Marathón, Cantarero viaja todas las semanas a ese sector para trabajar con un grupo de niños y adolescentes de esa comunidad. En ese espacio aprendió algunas palabras del dialecto garífuna. “Buity binafi”, dice a su llegada al descuidado campo donde entrenan. Abraza y saluda a los chicos.
FOTOS: ASÍ PULE EL TALENTO EN LA COLONIA ALFONSO LACAYO, SÉCTOR RIVERA HERNÁNDEZ
Hermelindo cantarero trabaja en la Alfonso Lacayo junto a Janier Martínez.
La cancha está rodeada de árboles y matorrales. La grama no es verde y en grandes espacios solo hay polvo. Hace falta agua y los niños visten calzonetas de diferentes colores. “Lo hago con toda la alegría. Niños que no tienen alimentación ni agua, pero vienen a entrenar”, describe.
“Canta”, como es conocido en la atmósfera futbolera, es una leyenda viviente del fútbol hondureño. Ha recorrido Honduras buscando talentos. Asegura que en los 42 años que lleva como escauteador, pasaron frente a sus ojos unos 18 mil jóvenes. Una larga lista triunfó.
Y ahora, con 60 años, se ha internado en uno de los rincones más peligrosos de San Pedro Sula. Se menciona que este territorio es dominio de bandas y maras. La muerte deambula por sus calles, pero nada de esto impide que Hermelindo viaje cada semana a ese sector. “A veces solo tengo trabajo para venir”, confesó.
No le gusta la forma en que se hace referencia al populoso grupo de colonias. “Sé que aquí hay mucho futuro, lo que pasa es que se le ha dado una mala imagen a la zona, se necesita gente que ame el trabajo con jóvenes, no que los denigre. Los chicos valen mucho”.
Cantarero está pendiente de sus niños.
El equipo al que apoya este destacado personaje del fútbol hondureño es el Atlético Lacayo, cuyos miembros oscilan entre 10 y 16 años. “Él me trata como un hijo”, dice Daniel Castillo, a quien considera un gran talento.
Cantarero fue el hombre que descubrió futbolistas como Dolmo Flores, Julio César de León o Juan Manuel Cárcamo. Aseguró que cuatro décadas no le han dejado dinero, solo algunos detalles especiales como el día que escuchó su nombre en boca de Rambo de León en la Rai Internacional (tv italiana). “Ese día lloré”, recordó.
Su intensa búsqueda no ha terminado: “Guarden las imágenes que tomaron”, aconseja y luego dice, “porque algunos de aquí estarán en la Selección”, esa es la pasión que lo ha guiado en sus 42 años de servicio al fútbol.
En la Lacayo se valora su trabajo y él piensa que todavía tiene cuerda para unos cinco años más. Se ve tranquilo y tiene una solicitud que va hasta al cielo. “Yo le pido a Dios que mi muerte sea en una cancha de fútbol”.