Liga Nacional

Ever Alvarado: De la llantera a la final

Ever nos contó sobre su faceta como llantero y de cuando se fue “mojado” a EUA.

2011-12-09

Una historia llena de aventura, con recuerdos inolvidables, pero sobre todo con un presente prometedor para uno de los nuevos valores del fútbol hondureño.

Ever Alvarado, a sus 19 años, se prepara para jugar su primera final en Liga Nacional. Se ha ganado la confianza de Mario Zanabria y hoy es el dueño de la banda izquierda.

Pero atrás de ese futbolista hay algo más que contar. DIEZ acompañó al zurdo hasta El Negrito, Yoro, su pueblo natal, para ver su otra faceta en la Llantera Alvarado.

“Mi papá estaba en Estados Unidos y cuando se vino puso una llantera en la que ahora trabaja; antes de jugar fútbol yo siempre le ayudé, desde los 10 años nos enseñó a laborar junto a mi hermano (Manuel)”, inició contando mientras saluda a papá Vicente, quien estaba sentado en su local esperando si llegan clientes.

Hay cosas que a Ever lo marcaron en su primer trabajo. “Una vez arreglando una llanta pequeña, uno de los rines estaba malo y casualmente explotó la rueda y todos los pedacitos del ring me cayeron en los brazos, me salía sangre por todos lados. Es algo que no olvido”, dijo, mientras su familia lo escuchaba en la parte trasera de su casa.

“Ahora estoy agradecido con Dios porque me da la oportunidad de jugar una final y hace cinco años nunca me imaginé estar viviendo este momento”.

NO QUERÍA MÁS LLANTAS Y BUSCÓ UN MEJOR FUTURO

Llegó un momento en que cambiar o parchar una llanta lo aburrió y decidió irse como ilegal a Estados Unidos cuando apenas tenía 14 años.

No le dijo a nadie, fue un secreto entre él y siete amigos más de su pueblo.

“Tomé esa decisión sin pedirles permiso a mis padres, solamente les dejé una carta abajo de mi almohada y les expliqué que me iba porque deseaba ayudarles a superarse”, recordó.

Son las once de la mañana y llueve sobre El Negrito, en la hornilla de una vieja cafetera sale humo indicando que el café está listo, pero Ever sigue contando su aventura por el norte.

“Me fui un domingo y antes de eso jugué un partido con unos amigos, cuando eran las 12:00 me vine porque a las 3:00 de la tarde salíamos hacia San Pedro Sula, a las 10:00 de la noche agarré un bus para Guatemala y comenzó esa aventura”.

Y si no les avisó a sus padres, ¿de dónde sacó dinero para irse?

“Me fui con 1,500 lempiras de una ‘gaveteaba’ (se lo robó) que pegué a la llantera de mi papá y nunca se dio cuenta”, confesó mientras se reía a carcajadas.

“Casi nunca aguanté hambre, siempre pedíamos y no nos daba pena, unas noches dormíamos en el monte y otras veces en hotel, todo dependía del dinero que tuviéramos”.

Pero el “sueño americano” se vino abajo cuando estaban a punto de cruzar el desierto: “Estábamos en la frontera Piedras Negras (ciudad fronteriza al noreste de México) y nos agarraron en un autobús; se montaron dos hombres y junto a un amigo nos dijeron que nos bajáramos, no teníamos papeles y nos enviaron de regreso a Honduras”.

UN GIRO DE 180 GRADOS Y CON UN PASADO BLANCO

Luego de esa peripecia comenzaron a venir cosas mejores en la vida de Ever, las puertas del fútbol se le abrieron y fue en las selecciones menores. Además, confesó que estuvo un año con Olimpia, pero que el gerente Osman Madrid lo desechó.

“Me mantuve entrenando por un año, no aceptaron la propuesta que les hice, hablé como tres veces con Osman Madrid, pero nada”.

Un mes después que vine de ‘mojado’, llegó al pueblo un entrenador de la Sub-17 (Jesús Romero), me miró jugar y luego me llevó a entrenar con la Sub-15, comencé con las concentraciones en las menores y después llegué a la Sub-17 con la que clasificamos al Mundial de Nigeria en 2009”, dice con más alegría.

Ahora Ever juega sus partidos más importantes en Liga, le prometió a su familia que los llevará al estadio Morazán el próximo sábado y celebrar su primer título en Llantera Alvarado.