Esas emociones encontradas se vieron tatuadas en el semblante del técnico Merengue Nahún Espinoza en dos de las acciones claves del partido.
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La primera de ellas se produjo en el minuto 82' tras la ejecución de Rony Martínez, seguida del fallo garrafal de Kevin Álvarez. El gesto del timonel en el banquillo, llevándose las manos a la cabeza no pasó desapercibida ante las cámaras de televisión.
Sin embargo, minutos más tarde Marcelo Canales, transformó esa agonía en alegría con su tanto del empate definitivo del encuentro. Espinoza no se privó de salir corriendo y saltar como un niño ante su afición.