Esa sensación que el periodismo te da, de haber tenido un cierre de edición sin contratiempos, con Argentina eliminada y con la cabeza puesta en que la circulación podría no ser tan buena (o al contrario) por la derrota de la albiceleste, seguida por muchos catrachos por el sentimiento de Lionel.
Después de las típicas bromas, la relajación de saber que la jornada a concluido, partí a mi casa con la única ilusión de ver el rostro de mi pequeño emocionado por ver a su padre haciéndole 10 mil preguntas de trabajo y todo lo sucedido, aunque sabiendo que ya vio toda la jornada, pero quiere escuchar de mis palabras detalles sobre mi día.
Mientras me estacionaba, todo cambió con una llamada del director del periódico. Algo no estaba bien y la sangre comenzó a correr por mis venas, mixtura de sentimientos, o un error o sucedió algo tremendo. La opción dos era la elegida.
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Venía manejando y no me enteraba que Messi, considerado por muchos como el más grande, había dicho 'no más' a la albiceleste. De inmediato entregué una vistas del álbum de la Eurocopa a mi niño y volé, cómo piloto de Fórmula Uno (o de carreras callejeras, como quieran imaginarlo).
En el ejercicio de sus labores, la Policía me detuvo y yo llevaba el teléfono en una de mis manos con el altavoz. Yo seguía hablando para hacer los cambios, mientras el oficial de tránsito observaba con un notable enfado porque le faltaba el respeto a la autoridad hablando aún (tenía las revoluciones altas por la noticia).
El oficial me pidió que me bajara del vehículo. Me disculpaba a cada segundo por no prestarle atención, terminé mi llamada y comenzó a darme detalles del reglamento o mejor dicho las leyes y lo que ocurre cuando uno maneja y habla por teléfono.
Traté de explicarle mi urgencia (que obviamente no es lo mismo para él), que si necesitaba hacerme una esquela que lo hiciera y cuando le dije que debía cambiar algo en el periódico su respuesta pasadas las horas me causó risa:
-¿Y qué fue lo que pasó, cuál es tanta la urgencia?, me dijo. En ese momento le dije -'lo que sucede es que Messi se retiró'. Hizo ojos saltones, levantó las cejas y me quedó viendo con mirada de asombro. '¿De veras se retiró, pero cómo así, del fútbol?', le respondí que solo de la selección de Argentina.
-'No puedo creerlo. Tome caballero sus documentos y puede hacer su trabajo, yo hago el mío', me comentó. Arranqué y corrí a hacer lo que debía hacer. En el periodismo ha pasado muchas veces, pero esa sensación de emoción por algo fuerte que pasó es indescriptible. Al final, regresé nuevamente a mi hogar con la satisfacción de haber dado esa milla extra que requiere una profesión sacrificada. El retiro de Messi y la derrota en penales, tuvo sus repercusiones también aquí.
