La Selección

Así es la vida de Franklin, un hondureño en la bella Melbourne, Australia

Franklin Caballero tiene cinco años de vivir en Australia, está emocionado de volver a ver en vivo a la selección de Honduras y además nos relata cómo fue a parar allá.

2017-10-20

En el 2012 tomó una de las decisiones más difíciles en su vida, decidió abandonar Honduras para marcharse a un lejano país donde no conocía a nadie, pero con la esperanza de encontrar un mejor estilo y calidad de vida, afortunadamente lo consiguió después de tener un inicio complejo.

Franklin Caballero, 34, tiene cinco años de residir en Melbourne, Australia, lugar que tiene diez años consecutivos de estar entre las ciudades con mejor calidad de vida para sus ciudadanos y este hondureño puede afirmar con certeza.

Pero ¿por qué no emigrar a Estados Unidos, Europa o un país más cercano? Franklin revela que entre 2003 y 2010 vivió en Estados Unidos mientras sacaba su título de Ingeniero Mecánico en la universidad, al vencerse su permiso regresó a San Pedro Sula, su ciudad de origen.

Tuvo un trabajo por un período corto, luego quedó sin empleo y acá es donde nace la idea de irse a vivir a uno de los países que más le ha llamado la atención desde chico, esta decisión cambió el rumbo de su vida y así es como inicia esta increíble aventura para Franklin.

Una imagen que Franklin tomó de la bella ciudad de Melbourne por la noche.

'Extraño las baleadas, la sopa de caracol, mi familia, los amigos... Lo primeros años acá fueron difíciles, el hecho de buscar trabajo, adaptarse es duro', inicia.

Agrega: 'En Honduras no tenía trabajo, apliqué en una empresa grande y fui a la entrevista, hice todos los exámenes, pero se tarda un tiempo, me aburrí de esperar y entonces apliqué a la visa australiana, me la aprobaron y compré el boleto', dice antes de contar la decisión que tambaleó su viaje: 'El jueves era el día que iba volar, pero el martes de la empresa a la que apliqué me hablaron para ofrecerme el empleo, deseaban verme el miércoles para firmar contrato', recuerda.

Y sigue: 'Les dije que lo pensaría, les expliqué la situación, hablé con mis padres y ellos me dijeron que era mi vida, que eligiera la decisión que considerara correcta. Lo pensé, yo sabía como más o menos iba a ser mi vida si me quedaba en Honduras, pero si decidía quedarme no sabría como me hubiese ido en Australia, entonces mejor me vine, no quería lamentarme más adelante', relata con atrevimiento.

SUS PRIMEROS DÍAS EN AUSTRALIA
Cuando aplicó a la visa de trabajo, Franklin tuvo que someterse a un examen de inglés en la embajada de Australia en Guatemala, ahí conoció a algunos 'mochileros australianos', le recomendaron ir a vivir a Melbourne en lugar de Sídney y le brindaron un número para que al llegar allá ellos ayudarle con un lugar donde vivir.

'Yo tenía un dinero ahorrado, conocí la ciudad haciendo turismo, pero los dólares se van rápido, acá todo es caro y comencé a buscar trabajo', dice antes de revelar lo primero que tuvo que hacer.

'Inicié lavando carros, luego en una pizería, jugando fútbol conocí a algunos amigos ingleses y por medio de ellos conseguí otro empleo, al año y medio apliqué a la residencia, me la dieron, conseguí otro trabajo y acá estoy', dice.

Foto: Diez

Franklin junto a sus compañeros de trabajo en Australia.

¿ Qué sentiste al ser un ingeniero graduado en Estados Unidos lavando carros en Australia? 'Mi hermano me decía que era tonto por haberme ido, que allá estuviera tranquilo en Honduras con un buen empleo y no lavando carros', dice Caballero y cofiesa que le pagaban 100 dólares al día por esta labor.

Con el tiempo comenzó a ascender: 'Acá hay varias compañías que venden energía, trabajé con ellos y me tocaba tratar de convencer a la gente de cambiarse a nuestra empresa, es más o menos cuando en Honduras hay vendedores en las calles que te piden irte a su empresa de celular o de cable', dice.

¿Qué haces actualmente? 'La empresa donde laboro actualmente se dedica a construir las carreteras de toda Australia, darle mantenimiento y además de la la seguridad vial como los rótulos, semáforos y todo lo que puede haber en una autopista. Yo voy a las carreteras donde se coleccionan datos con cámaras, unos aparatos láser, luego yo hago el reporte para el cliente y menciono las calles que están en buen estado o algunas que estan malas, más o menos es lo que hago. Es un buen trabajo, estoy aprendiendo mucho, en Honduras las calles están hechas pedazos y ojalá cuando regrese pueda aportarle algo a mí país'.

Foto: Diez

Franklin Castellanos con un cánguro, un animal muy común en Australia.

ASÍ ES SU VIDA EN AUSTRALIA
En este país de Oceanía no todo es trabajo y por eso la calidad de vida de estos ciudadanos está entre las mejores en el mundo, hay tiempo para todo y Franklin así se ha adaptado.

'Trabajo de 8 de la mañana a 5 de la tarde, manejo media hora hacia mi empleo, acá después de esa hora nadie se queda, hacemos media hora extra al día y en el mes tenemos un día libre adicional aparte de los sábados y domingos. Los fines de semana juego en una liga de fútbol, entreno martes y jueves y los sábados jugamos y luego me echo unas dos que tres (cervezas)', dice y revela que lo que más le gusta de este país es la comida, pues tiene una gastronomía muy amplia.

'Acá pagan bien, pero también es carísimo, si te vas a un bar la cerveza te cuesta 10 dólares, un plato de comida entre 20 y 25, la gente acá es bien relajada, es amable, el clima es bueno, casi no hay ladrones, pero sí hay delincuencia, de hecho hace dos noches un vecino se le metieron a robar, pero son drogadictos quienes lo hacen para ir a comprar más drogas', cuenta.

Ella es Dina, su esposa a quien conoció en Estados Unidos. Es de nacionalidad rusa.

Pero Franklin Caballero no está solo, hace cuatro años se casó en aquel país con Dina, una rusa a la que conoció mientras e studiaba en Estados Unidos y decidió acompañarlo en su aventura por Oceanía: 'Tengo mi esposa, ella es rusa y compartimos una casa, pero a final de mes nos traladaremos a vivir a un apartamento'.

Para finalizar Franklin adelanta que tiene su boleto comprado para asistir a Sídney y ver la Bicolor donde espera que se consiga el pase al Mundial de Rusia: 'Ya tengo todo listo con mi boleto, mi jefe me dio dos días libres para que asistiera al juego, viajaré en avión porque en auto son al menos nueve horas. Estoy como loco por ir'.

Franklin junto a sus amigos en Honduras, su equipo se llamaba ADN.