Manaos, Brasilia, Cuiabá y Natal son las cuatro sedes mundialistas que tendrán estadios nuevos y que sólo en contadas ocasiones han conseguido tener algún equipo de fútbol en la primera división, por lo que carecen de un calendario deportivo que garantice una renta regular.
Celebrar conciertos de música, 'importar' equipos de fútbol de otras ciudades e impulsar deportes extraños en estas latitudes, como el fútbol americano, son las principales ideas que han discurrido los responsables de los estadios, a cinco meses del Mundial.
El estadio de Brasilia es una coliseo monumental con aforo para 72.777 personas y que fue, con diferencia, el más caro de los doce recintos construidos para el Mundial.
Su factura ascendió a 1.403 millones de reales (unos 600 millones de dólares) y fue desembolsada integralmente por el gobierno de la capital brasileña, donde los clubes locales, de reciente creación, todavía no han conseguido cultivar una hinchada.
La solución encontrada por las autoridades locales fue alquilarle el estadio a grandes equipos de Río de Janeiro y Sao Paulo, como el Flamengo o el Santos.
Para 2014, Brasilia mantendrá la misma receta y ya tiene apalabrados 'más o menos' ocho partidos de la liga brasileña, según Monteiro.
MANAOS, DONDE JUGARÁ HONDURAS
Esa solución es más difícil de aplicar en otras ciudades, como Manaos, capital del estado de Amazonas, por su lejanía de Río y Sao Paulo, lo que obligaría a los equipos a hacer vuelos de cinco horas.
El Gobierno de Amazonas ha abierto una licitación para contratar una consultora que encuentre la mejor opción para el estadio Arena de la Amazonía, de 44.480 asientos, que en el fútbol local tiene una difícil salida, porque el mejor equipo de la ciudad, el Nacional, juega en la cuarta división.
La media de público del Campeonato de Amazonas de 2013 fue de 770 espectadores, lo que se justifica en parte por la falta de iluminación en la mayoría de los estadios, que obliga a jugar muchos partidos en horario laboral, una carencia que sí se solucionará con el nuevo estadio.
Lo que se ha descartado por completo es la idea de usar el estadio como un centro de detención, una ocurrencia de un juez preocupado por las deficiencias del sistema penitenciario, según aseguró a Efe un portavoz de la Unidad Gestora del Proyecto Copa del Mundo del Gobierno de Amazonas.
En Cuiabá, el Luverdense, el mejor equipo de la ciudad, tuvo este año una media de público de 1.466 personas, a pesar de haber logrado el ascenso a segunda división.