La Selección

La otra faceta de Maynor Figueroa, el capitán de la Selección de Honduras

Maynor se transforma cuando llega a su pueblo, Nueva Armenia, Atlántida… Fue ayudante de buses en su niñez

2016-09-01

Cuando el defensor Maynor Figueroa, capitán de la Selección de Honduras llega a su pueblo natal, Nueva Armenia, Atlántida, se transforma y vuelve a sus raíces humildes que lo convierten en uno de los ejemplos de los jóvenes que lo admiran en Armenia.

Maynor es uno de los caudillos de esta selección que dirige el colombiano Jorge Luis Pinto y ante la ausencia de Noel Valladares, él porta el gafete de capitán y tiene el respeto de sus compañeros por su porte de humildad y garra dentro del campo.

En sus visitas a Nueva Armenia, Maynor deja a un lado sus implementos deportivos, se viste de agricultor, saca su machete y sale rumbo a sus propiedades en el campo como ir a buscar cocos y desintoxicarse de la presión que genera el fútbol.

Foto: Diez

Cuando llega a su casa, Maynor disfruta de la rica comida que le prepara su mamá en Armenia.

Maynor es hijo de doña Carmen Róchez y don Rafael Figueroa, dos personas conocidas por su humildad y crear a sus hijos con valores. Hace algunos años, regresó después de jugar en Inglaterra y le regaló más de 200 pupitres a la escuela donde estudió.

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“Me tocó trabajar en el bus de mi papá, con ganado... muchas historias”, contó Maynor en una entrevista con DIEZ cuando se preparaba para el eliminatorio rumbo a Brasil 2014.

Su primer entrenador de fútbol en su pueblo fue don Teodoro Amaya quien lo recordó como un jugador que siempre tuvo una excelente pegada y eso le valió para que con 16 años llegara a las inferiores del Victoria de La Ceiba, equipo que descendió el torneo pasado.

Foto: Diez

Maynor es muy querido y los niños lo rodean porque lo admiran por su gran trayectoria en el fútbol.

El equipo en el que se formó Maynor es el Deportivo Coquito, club en el que juegan ahora los nuevos Maynors, niños que sueñan con un día jugar en la Selección Nacional, salir al extranjero y poder seguir los pasos de Figueroa que ha demostrado a lo largo de los últimos 10 años, de ser uno de los jugadores más constantes en Honduras.

Cuando Maynor está en su pueblo muchos no lo reconocerían, pues se viste de pantalones rotos, sombrero y zapatos de trabajo. Así lleva los días cuando termina las vacaciones, disfruta de la machuca, sopas marineras y por supuesto del cazabe, comidas típicas de los garífunas en la costa norte de Honduras.

“No quería que ninguno de sus hijos fuera futbolista, el concepto en el pueblo era que el fútbol es de vagos. Quien iba a una cancha era porque no tenía nada qué hacer en su casa”, siguió diciendo el capitán, pero su hijo mayor, Keyrol, le sigue los pasos y ya forma parte de una academia del Barcelona en los Estados Unidos.