Las finales siempre son partidos atrevidos, con buen fútbol. Pero esto que vimos en el Nacional fue más un circo de patadas, demasiado roce. Quizás le pesó a los platensistas la inexperiencia en finales y por eso se olvidaron del fútbol así como eliminaron al Real España.
Sin su goleador Brunet Hay Pino, Platense se miró huérfano en ataque. Roby Norales no hizo una de peligro y Luis Lobo solamente sacó un zurdazo cruzado en los primeros minutos, después se lesionó y no pudo contra una línea de cinco que le puso Diego Vázquez que los anuló.
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De Motagua qué se puede decir. Fueron un equipo que siempre mantuvo la idea del juego, pero cuando entraban o intentaban penetrar el área, se encontraron con tres centrales impasables, buena marca aérea y terrestre que fue clave para ir con vida a Puerto Cortés y buscar la voltereta.
Cuando se pensaba que el primer tiempo terminaría en empate, el argentino Santiago Vergara aprovechó que el portero José Calderón estaba mal ubicado y sacando un derechazo de unos 30 metros, anotó el único gol que hizo explotar el abarrotado estadio Nacional.
Quizá a Platense le hizo falta el fútbol que genera Edgar Álvarez quien salió temprano en el duelo tras una dura entrada de Wilmer Crisanto quien bien pudo ser expulsado. De la misma forma salió Luis Lobo, pues las patadas iban y venían así como en este mes se mueve el dinero con el aguinaldo.
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Producto de ese juego violento donde los porteños perdieron a dos de sus figuras, el Motagua se llevó otro duro golpe. El portero Harold Fonseca salió entre lágrimas tras sufrir una dura lesión en la rodilla luego de un choque contra el colombiano Luis Castro.
La segunda parte fue un partido del gato y el ratón… Los rivales metidos en su marco, tirándose al suelo y los motagüenses encima buscando el gol pero contaron con un muro en la zaga y la portería. Mayorquín pudo marcar, pero Calderón le dijo que no. Ahora todo se definirá en Puerto Cortá en Puerto Cortés el domingo donde se coronará al campeón.