Hablar de fútbol es revelar el ADN de un hondureño, es la cotidianidad del barrio, es gritar a pulmón abierto un ¡viva Honduras!, así sin más. El fútbol es una expresión social capaz de transformar la vida de quien lo enseña, lo practica y lo vive.
El Instituto Nacional para la Atención a Menores Infractores (INAMI) utiliza este deporte como herramienta de prevención terciaria de violencia, con el afán de contribuir a la rehabilitación integral de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes con responsabilidades penales del país.
De la mano del entrenador Miguel Escalante, más de un centenar de adolescentes alojados en en los Centros Pedagógicos de Internamiento practican técnicas de fútbol profesional con grandes alcances en el proceso terapéutico de la niñez tutelada por el Sistema de Justicia Especial para Menores Infractores liderado por el INAMI.
'Cuando se juega fútbol se estimulan los neurotransmisores, activando la dopamina, serotonina, adrenalina y otras sustancias químicas que produce el cuerpo humano -científicamente comprobadas- capaces de contribuir a mejorar el estado de ánimo, la calidad del sueño, el aprendizaje y también el manejo de las emociones, principalmente en el niño o adolescente:, dijo Escalante.
El profesional de la actividad física comparte que durante los entrenamientos los jóvenes manifiestan reacciones de bienestar físico y emocional pese a la situación de confinamiento social; subrayó que la institución apunta a transformar los centros especializados en lugares resilientes.
Este objetivo es complementario al modelo de atención diseñado y ejecutado para fortalecer factores de protección para restituir derechos y garantías al niño y niña que cometió una infracción penal, a falta de atención primaria en la familia, comunidad y sociedad.
Junto a esta estrategia, los niños y niñas en conflicto con Ley reciben atención especializada con metodologías basadas en la evidencia atinentes a mejorar competencias y habilidades que conlleven a toma decisiones acertadas una vez que egresan del centro; que no reincidan; y que exitosamente se incorporen a la vida social.
'El fútbol me salvó la vida'
Mario (por el principio de confidencialidad no revelaremos su verdadero nombre), nos comparte su testimonial de lo que el fútbol puede hacer en la vida de un joven.
'Cuando juego fútbol viene la alegría, no tengo ningún pensamiento agresivo ni de frustración, el fútbol me sacó de una depresión horrible, gracias al profe, soy un buen defensa, cuando salga del centro, seguiré entrenando porque quiero jugar profesionalmente', dijo.
Junto a este adolescente, más de un centenar de jóvenes aprovechan la metodología que también enriquece al joven con charlas sobre valores y espiritualidad que contribuyen a disminuir los patrones de violencia dando paso a la buena convivencia en los centros.