No todo ha sido sonrisas en la vida del tenista británico Andy Murray que el domingo hizo historia al ganar el torneo de Wimbledon.
En 1995 ocurrió una tragedia que le marcó la vida cuando tenía sólo ocho años de edad un incidente ocurrió en su escuela, cuando un vecino suyo en el poblado de Dunblane, Escocia entró disparando a su centro de estudio y mató a quince niños y una profesora.
Él pudo refugiarse en el despacho del jefe de estudios y aguardó bajo el escritorio que pasara la lluvia de disparos.
Su madre, Judy Murray, quiso que su hijo le diera vuelta a la página y ayudó a que Andy se concentrara en uno de sus hobbies: el tenis. Ella es entrenadora y le dio las primeras lecciones, pero aprovechó el escenario que había dibujado el destino para mandar a su vástago rumbo a Barcelona.
De adolescente, Murray prosiguió su formación en España, animado por el ejemplo de su rival y amigo Rafael Nadal, al que conoce desde que tenía 12 años.
Tiempo después en su biografía, Andy Murray quiso poner punto y final a su silencio en torno al asesino de Dunblane que tanto lo ha traumado.
“Lo más extraño era que conocíamos a Hamilton (el asesino). Había estado en el coche de mi madre. Obviamente es raro pensar que hay un asesino en tu coche, sentado al lado de tu madre. Esta es probablemente una de las razones por las que no quiero volver la vista atrás. Es tan incómodo pensar que fue alguien que conocíamos de los Boys Club… Solíamos ir al club y divertirnos. Averiguar que el asesino formaba parte del club fue algo que mi cerebro no podía asimilar. Yo podría haber sido uno de esos niños“, comentó Murray.
En Escocia, Murray es un ídolo desde hace tiempo, y tiene entre sus admiradores a algunos escoceses célebres, como el actor Sean Connery y Alex Ferguson, ex entrenador del Manchester United, que han ido a ver muchos de sus partidos.