Algunos se imaginan a Dios tratando de decidir a quién complacer cuando escucha a unos decir que “los que esperan en Jehová levantarán alas como las águilas”, mientras que los otros le piden “las fuerzas del león” para la batalla.
Otros hasta creen que pueden hacer tratos con Dios, al prometerle que se portarán bien de allí en adelante, con tal de obtener el triunfo. Oración que se va haciendo repetitiva y que, en la mente del solicitante, llega a colocar a Dios al nivel de uno de esos genios de los cuentos de hadas, haciendo realidad sus deseos caprichosos.
Cuando vemos a los futbolistas encomendarse de rodillas a Dios antes de iniciar el partido, o elevar sus manos al cielo al celebrar un tanto, pero a los pocos minutos perder la cabeza contra uno de sus compañeros de profesión o proferir insultos contra el árbitro, nos damos cuenta de que no existe retribución.
A los que piensan y actúan de esta manera, sería bueno que recordaran que Dios es un ser omnisciente, es decir, que conoce todas las cosas reales y posibles, dentro de las cuales se incluyen por supuesto, los deseos egoístas de los interesados. Además, es un ser soberano, que ejerce y posee la autoridad suprema e independiente. Es decir, que se reserva el derecho de contestar o no nuestras oraciones.
La Biblia dice: “Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones” (Santiago 4:7). Es decir, Dios no contesta la oración de aquellos que tienen motivos personales o egoístas.
Pero Dios sí contesta las oraciones de todo aquel que se acerca a él y pide conforme a su voluntad: “Y esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). Además, Dios promete que escuchará y contestará las oraciones de aquellos que le obedecen y lo complacen: “Recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada” (1 Juan 3:22).
Entonces Dios, es su infinita sabiduría, permitirá que ocurra lo que es mejor para nuestras vidas, conforme a su santa y divina voluntad.
Elmer López Lutz: elopezlutz@yahoo.com