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Y eso es un problema para Tite, que pretendía que sus sesiones privadas estuvieran blindadas. Después del baño de masas del martes, la Seleçao se encerró en el gimnasio para una sesión física en la mañana, pero no tardó en comprobar en la tarde que su deseado aislamiento a orillas del mar Negro podría tener fisuras.
Asomadas a un hotel junto al campo, y contiguo al estadio que acogió la práctica abierta del martes, varias personas observaban tranquilamente desde sus balcones los ejercicios de varios de los mejores jugadores del mundo.
Un plan de enorme atractivo si se combina con el agradable sol veraniego de esta ciudad-balneario del sur de Rusia, en plena temporada turística.
Aunque la FIFA aseguró a la delegación brasileña que solo huéspedes autorizados se alojarían en las habitaciones con vistas para evitar filtraciones, la decena de curiosos asomados este miércoles parecían turistas.
A pocos metros, sin embargo, varios operarios con prismáticos vigilaban la práctica desde el techo para evitar el espionaje con drones, según informó la CBF al sitio GloboEsporte.