La carrera futbolística de Ronald 'El Cuervo' Maradiaga se recuerda con decoro entre 2007 y 2016. El Estadio Municipal Ceibeño aún tiene el semblante de sus despliegues y derroche de talento de quien ha sido uno de los mejores jugadores que ha parido La Ceiba en los últimos 15 años. Llegó a la Selección Nacional de Honduras. Jugó en Vida, Victoria, Real España hasta recaer en Real Juventud y Deportes Savio.
¿Qué pasó con su carrera? Pues hoy DIARIO DIEZ tiene la oportunidad de visitarlo y en respuesta a ello son memorias en las cuales remembra alegando que 'disfruté lo que hice en el fútbol. Me quedo con lo que viví, lo disfruté y dentro de la cancha traté de dar lo mejor. Jugué en Victoria cerca de 15 temporada, realmente es uno de mis amores, siempre lo llevaré en mi corazón por ser el equipo que me dio la oportunidad'.
Sin embargo, no todo fue alegría y felicidad. La juventud, la fama y el hecho de ser un jugador emblemático tatuado de talento, lo empujó al mundo de la fantasía truncando toda posibilidad de superar barreras que nunca se imaginó.
'Si no hubiese caído en la vida nocturna, creo que me miraba en otro país, pero lastimosamente cometemos errores de joven y eso lo trae al fracaso. Del pasado cambiaría mi vida nocturna, en las condiciones nacer igual, pero sí dedicarme de lleno al fútbol porque solo lo hacía cuando estaba dentro de la cancha. Nunca imaginé llegar a lugares donde pude estar en países diferentes con la selección. Son bonitos recuerdos que te deja el fútbol', dice mientras en la sala de su hogar observan en detalle sus hijos y sobrinos, espectadores de la entrevista segundo a segundo.
Si de algo está arrepentido es de haber derrochado sus ganancias en cosas vanas. 'Prácticamente habían algunas veces que gastaba 30 a 40 mil lempiras en una noche. No le ponía mente, choqué como tres veces y volvía a comprar el carro, llevaba una vida loca, pero a mis hijos los tuve de lo mejor'.
Sumado a ello fue tildado de indisciplina en muchas ocasiones, pero para Ronald Maradiaga todo vino sucedido después del fallecimiento de Sinforoza Argentina Maradiaga, su abuela. Un ser importante en su vida, quien desde que la muerte la visitó como intrusa, fue perdiendo pasión al fútbol.
'Llegó un momento en que el fútbol me aburrió y no quería saber más nada. Mi abuela falleció estando en un juego con la selección -me dijeron después del partido ante México que había muerto-. Mi mundo se vino abajo, no llegué a tiempo al velorio porque el vuelo se retrasó. Ella fue un pilar importante en mi vida, llegué a sentir un rechazo, no quería seguir jugando. Desde ahí cambié mucho y luego a los entrenos solo iba mi espíritu, pero no iba con el deseo de hacer las cosas.
Y agregó: 'Por ratos eso me llevaba a la indisciplina porque no miraba el fútbol como cuando comencé. Además no era como lo manejaban, solo eran errores por ratos, pero yo era el ojo público, así que siempre me tomaban por eso'.
Hoy a sus 36 años su vida es diferente y frente al espejo, aquel 'Cuervo' rebelde ha quedado esfumado en la transformación de un hombre de familia y padre ejemplar.
'Acá estoy siempre con errores, pero tratando de ser mejor con mis hijos. El día a día siempre es de ir mejorando. Antes con la fama y el dinero que tenía me dedicaba más a la vida nocturna', soltó.
Ahora sus pasos en el fútbol son seguidos por su hijo, Ronald Alberto Maradiaga de 17 años, a quien no se cansa de aconsejar y que actualmente yace en las reservas del Vida, lugar donde espera dar el salto en su carrera en unos años y brillar con luz propia. El futuro le espera.