Al cambiar el banquillo por el volante, el técnico ha tomado una dirección inesperada pero no inédita. 'Es la pasión de mi familia desde hace tiempo. Mi padre me llevaba a los Grandes Premios de Fórmula 1 y a los rallies del campeonato de WRC cuando pasaban por Portugal', rememora Villas-Boas.
'Claro que mi trabajo es el fútbol. Los deportes de motor son un pasatiempo para pasarlo bien', explica.
Su participación en este Dakar es también una perfecta alineación de los planetas ya que se quedó sin trabajo a finales de noviembre al abandonar el Shanghaï SIPG chino.
Villas-Boas durante la conferencia de prensa como piloto de Dakar.
'No tengo experiencia', confiesa, tras no haber competido nunca. 'Tenemos el mejor equipo, al mejor copiloto (Rubén Faría)... ¡pero no al mejor piloto!', dice entre risas.
'No hemos tenido tiempo de probar demasiado', explica por su parte Jean-Marc Fortin, director del Overdrive Racing, el equipo de Villas Boas. 'Pero vemos sus ganas de aprender, con método y disciplina'.
Para el portugués, que muestra el amor por su país con los colores de su bandera en la parte trasera de sus espejos retrovisores exteriores, el objetivo es simple: terminar y disfrutar de 'esa mezcla de naturaleza con deportes de motor que me atrae del Dakar'.
La prueba arranca este sábado en Lima y constará de una primera semana con etapas técnicas por las dunas, el punto débil de Villas-Boas, quien a pesar de ello es optimista, como su jefe de equipo. 'Los ensayos del miércoles fueron muy bien. No está preparado pero puede hacerlo', avisa.