No es ninguna sorpresa que la escuadra preolímpica muestre mejor colectividad y mejor juego que la absoluta. Si medimos los tiempos de trabajo y de esfuerzo no hay duda que el Profesor Fabián Coito dedicó más espacio a la Sub-23.
Aunque él nos insiste que no es así. Pero incluso cuando convocaba para la mayor en su listado siempre aparecía una importante cantidad de futbolistas que estaban apuntados para luchar por un boleto a Tokio. En el fútbol entre más se entrena y se trabaja, mejor se juega en el campo. Y esta selección que el domingo logró su pase a Tokio es el reflejo de un buen tiempo de trabajo y dedicación por parte del cuerpo técnico.
No es cierto que ya no tenemos calidad. Por supuesto que la tenemos. Veamos por ejemplo a volantes como Edwin Rodríguez y Kervin Arriaga. Ambos son producto del trabajo realizado en nuestro país y al verse frente rivales de otras naciones con mayor desarrollo no tienen nada que envidiarles.
Pero en ninguno de esos casos el éxito se trasladó a nivel mayor. Hubo pase al Mundial de Brasil, pero nuestra presentación fue mala. Y para Rusia nos quedamos sin boleto. ¿Por qué? Porque los niveles de competencia son muy distintos y requieren de preparaciones diferentes.
La olímpica que viajó a Río preparó el camino a jugadores como Quioto, Elis, Lozano, Buba, Pereira, Acosta, entre otros, para la eliminatoria que iniciará en septiembre de este año. Pero se intentó apostar con ellos para lograr el boleto a Rusia y ese fue uno de los errores de Pinto. No estaban listos porque su momento de madurez es ahora. Algo similar estamos viviendo hoy.