La Selección

Las gemelitas que conmovieron al profesor Jorge Luis Pinto

Las niñas originarias de San Miguelito, Intibucá, olvidaron el dolor que viven en la cama del Hospital Ruth Paz con la visita de la Selección Nacional.

2017-03-16

Nacieron con una malformación congénita, están en sexto grado, son originarias de San Miguelito, Intibucá. Son Keny Yudinia y Keny Grisel Cantarero quienes se encuentran hospitalizadas en la Fundación Ruth Paz donde reciben atención.

Eran las últimas de la sala, en su cama se encontraba con ellas su abuela María Trinidad. Los jugadores estaban con todos los niños que estaban en las primeras camas, pero fue el profesor Jorge Luis Pinto que llegó donde estaban y las saludó.

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“Lo habíamos visto por la televisión cuando juega la Selección”, dice una de las niñas quien es un poco más extrovertida que su hermanita. Ambas cursa el sexto grado pero tiene un problema en sus articulaciones que les impide su desarrollo.

Foto: Diez



¿Dónde queda San Miguelito? Le preguntó el entrenador Pinto a don Jaime Villegas. –Queda por la Esperanza, en Intibucá- Le respondió don Jaime. –Allí me ubico bien- comentó Pinto. Las niñas lo miraban a su rostro y no lo podían creer.

“Vamos a ganar por cuatro (risas)”, contó Keny Grisel mientras observaba los colores y un libro para colorear que le entregaron los jugadores. En su momento se sintieron que los dolores que sufrían desaparecían.

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Pinto las quedó mirando y se llevó su mano a la barbilla sin decir una palabra por algunos momentos. Luego se despidió con una frase: “Qué estén bien, espero se mejoren”. Así se alejó y se marchó a otra cama para ver más niños.

Las niñas se comentaban unas a otras mientras su abuela contaba a Diez: “Ellas son bien inteligentes, les encanta la Selección de Honduras. Estamos internadas con ellas porque las van a operar pero es una operación costosa y vamos a ver como lo hacemos, pero son especiales mis niñas”, contó la madre.

La bulla en el pasillo del hospital seguía, algunos jugadores brindaban entrevistas, mientras tanto las nenas levantaron la mano para despedir a los jugadores que se iban alejando uno a uno pero dejando un rostro dibujado con una sonrisa.

“Me encantó verlos”, dijo la otra nena un poco más tímida. Así los jugadores se marcharon para prepararse para las batallAs de San José y San Pedro Sula, esperando poder darle una alegría a las hermanitas de San Miguelito y a los más de ocho millones que esperan se entreguen con alma vida y corazón en la cancha.