Liga Nacional

Santos 'El Indio' Ruiz: 'Qué les pasa a estos chucos que no se bañan...”

Así les decían los jugadores de motagua a los del olimpia en las discotecas cuando estos les quitaban las mujeres, recuerda el exjugador blanco

2016-05-11

Santos Alejandro Ruiz, más conocido como el “Indio”, es uno de los jugadores más importantes en la historia del Olimpia, pues defendió esa camisa durante 15 años y no tuvo ojos para otro amor en la Liga Nacional.

El exdefensor recordó viejos tiempos, aquellos en los que era titular en las discos, casas de citas y cabarets. Además, repasó su historia, donde destaca su trabajo en los campos bananeros. Fue un lindo paseo anecdótico.

Profesor, en la época gloriosa de su carrera, en Tegucigalpa y Comayagüela abundaban los burdeles y los cabarets. ¿Usted visitaba esos lugares?
Sí, siempre los visitaba, me gustaba ir, salía de un partido, bueno, cuando se jugaba un domingo y me iba a ver a las muchachas, a veces iba a una casa de citas. Me divertía un poco, se bailaba, se…

¿Lo recibían bien en esas casas de citas?
Sí, era buen recibimiento, siempre me asignaban una butaca para mí, me atendían como un rey en las casas de citas, además, las muchachas eran olimpistas. Era mi segunda sede.

¿Se enamoró de alguna de ellas?
Enamorarme no, pero sí llegué a tenerles cariño a varias de ellas. A veces salíamos a otro lugar. Eran momentos bellos.

Foto: Diez

¿Eligió a alguna de ella como su novia?
Más o menos. Una de ellas creo que fue mi novia, ja, ja, ja.

¿Nunca lo contagiaron de una enfermedad sexual?
No, nunca, eran muchachas sanas y de remate bellas.

Normalmente los jugadores se despiden en un partido de fútbol. Usted fue todo lo contrario, en Olimpia lo despidieron como a un bailarín.
Sí, fue en una fiesta en el Club Árabe, estaban los Rolands y los Silver Star, llegaron muchas personas, todos bailamos ese día, había muchos aficionados que coreaban mi nombre y me suspendían. Fue algo muy lindo.

¿A cuántos jugadores despidieron ese día?
Solo a mí. El evento fue organizado en mi nombre.

¿Se recogió mucho dinero?
Sí, ese día me entregaron 45 mil lempiras, fue en el 92, se podía hacer algo con ese dinero. Lo bello fue ver la gente feliz, fue una linda fiesta de despedida, siento que reconocieron mi trayectoria ese día. Al final agarrar esa cantidad de dinero fue algo bueno. Otros aún esperan una despedida.

¿Profesor, es cierto que en los años 80 los jugadores del Motagua y Olimpia visitaban la misma discoteca y cada vez que los olimpistas llegaban las mujeres dejaban de bailar con los jugadores azules para irse con ustedes?
Sí, normalmente eran los domingos, después de los partidos nos íbamos casi todos para una disco y cuando nos miraban llegar nos recibían muy alegres. Lo malo era que los jugadores del Motagua se molestaban y nos decían, qué les pasa a estos chucos que ni se bañan. Además, las mujeres eran aficionadas del Olimpia y querían estar sentadas con nosotros. Fueron experiencias muy bellas. Eso sí, nunca hubo ningún tipo de problemas entre jugadores.

Foto: Diez

¿Usted vivió la época en que el Olimpia les pagó a sus jugadores con la ropa del equipo?
Sí, hubo un año en que la directiva nos pagó con la ropa del equipo, no se me puede olvidar, esa fecha yo iba a mi pueblo y llegó el gerente a decir que no había dinero para pagar, pero que si nos podían dar algunas camisas, yo acepté y me fue bien porque las fui a vender a mi pueblo.

¿Las vendió caras o a buen precio?
A buen precio, se fueron como pan caliente. En mi pueblo la mayoría eran aficionados del Olimpia y por lo tanto querían comprar la camisa. Me fue bien en el negocio.
Me contaron que un día a usted se lo llevaron preso cuando era jugador del Olimpia ¿Es cierto?
Mirá, yo vivía en el Guanacaste, recuerdo que era tipo dos de la mañana y pasó una patrulla, yo vivía enfrente de la calle principal, estaba abriendo la casa para entrar a dormir y los policías llegaron a decirme que yo pretendía meterme a robar en la casa, les quise explicar lo que sucedía, pero no me escucharon y me llevaron para Casamata. Estaba el general Bali Castillo como jefe en ese entonces, me tocó dormir unas horas, luego todo se resolvió, el policía que no me quiso escuchar cuando le decía que estaba abriendo mi casa, no sabía nada de fútbol ni quien era el “Indio” Ruiz. Salí rápido, incluso hasta desayunado. Ellos me dieron comida. Fue la única experiencia que tuve con la jura, ja, ja, ja.

¿Qué le dejó el fútbol en esos 15 años que jugo con el Olimpia?
Yo me retiré en 1992, los sueldos no eran muy buenos y me hicieron una despedida, pero no con un partido de fútbol. Fue con una fiesta, de la que hablábamos hace un rato y no me fue tan mal. Logré comprar una casa en la capital, no tengo ningún tipo de reproche hacia mi carrera como futbolista y hacia el Olimpia.

¿Es cierto que a los 14 años de edad, usted ya trabajaba empacando bananos?
Sí, desde que estaba en la escuela mi papá me consiguió trabajo en el Standard Fruit Company y estuve trabajando por casi dos años, siempre ligado con el fútbol, después de trabajar, que por cierto salía muy cansado, me iba a entrenar todas las tardes en la cancha de Palo Verde 4.

¿Era una obligación trabajar o era porque el sistema lo ameritaba?
En mi caso, para mi padre era una obligación trabajar, siempre creyó que eso me mantenía ocupado. Al final me gustó laborar en la empacadora.

¿Era duro trabajar de empacador de banano?
Sí, era muy duro, era un trabajo muy pesado, no lo sentía tanto porque tenía toda la fuerza del mundo, después que salía de trabajar me iba al campo de fútbol a jugar, al día siguiente hacía lo mismo. Trabajar en la finca bananera era bravo.

¿Tenía preferencia o trato especial por ser un niño o ya era un hombre para los compañeros de trabajo?
Todos me trataban por igual, nada que ver que porque era un niño, que yo iba a levantar tres cajas y a descansar. Eso nunca sucedió, la dosis era igual para todos, podías descansar un rato y el otro compañero trabajaba doble.

Foto: Diez

Aseguran que la vida en los campos bananeros era una belleza.
La vida en los campos de antes era tranquila, ahí nací, ahí residí hasta los 16 años, se vivía una vida llena de paz y hermandad, trabajando y jugando fútbol. En ese entonces había buenos equipos. Estaba el Cabaña Imperial. Era lo máximo a que se aspiraba a jugar en ese momento en la zona.

¿En sus 15 años de carrera pudo al menos darles educación a sus hijos?
Me bastó, hice cosas muy importantes por ellos. LogrÉ que se profesionalizaran, no puedo quejarme.

¿Creía que Olimpia era algo inalcanzable para usted?
Sí, así lo veía en aquel entonces, porque en ese tiempo se escuchaban cosas buenas de los jugadores de fútbol. Imagínate a alguien que vive en un campo bananero y que quiera jugar al lado del “Indio” Urquía, Tonín Mendoza, Pilín Brand, era una locura.

Cuando usted llega al Olimpia y se encuentra con esos grandes jugadores que solo escuchaba sus nombres por la radio, ¿Cómo se vio entre ellos?
Recuerdo que cuando llegamos a la sede del equipo, que quedaba en el barrio Abajo, el utilero ni ropa para entrenar nos daba, y cuando decidía darnos uniformes, buscaba la más rota y eso había que ponerse, normalmente, la ropa no ajustaba, caso contrario para los jugadores que ya mencioné, es como ahora, tenían su propio casillero.

Entonces el fútbol siempre fue así, el jugador que recién llegaba a un equipo era discriminado.
Sí, recuerdo que el utilero se llamaba don Tino, a los jugadores que ya estaban, él los trataba muy bien, era de nivel, a los nuevos como yo, nos decía: “Agarren ropa y si ajusta bien, si no, mala suerte”. El tiempo que yo llegué era muy difícil. Después fue cambiando las cosas, incluso, jugar era muy complicado, recuerdo que los futbolistas de nombre me agarraban a patadas y tenía que callar y aguantar.

Se mantenía esa barrera de siempre, ¿el jugador consagrado miraba de menos al recién llegado?
Es verdad, esa era la realidad, recuerdo un día que Óscar García me preguntó qué de dónde era y le respondí que de Palo Verde. Luego me contestó que dónde quedaba esa selva y le di todos los detalles de mi campo bananero, porque me sentía orgulloso de ser de un lugar como ese; después me preguntó sobre la posición en que jugaba y le respondí que de defensa central, y me dijo que ahí no iba a participar, que buscara otra posición en el equipo, luego me tocó jugar al lado de él.

Foto: Diez

¿Es verdad que cuando llegó al Olimpia, lo metieron a la sede del equipo y tuvo que dormir con más de 40 personas en una misma habitación?
Es verdad, había muchos jugadores, dormíamos todos a la par, en unas colchonetas. Siempre busqué la manera de acomodarme entre tantas personas hambrientas de gloria.

Con tantas personas en ese cuarto, se perdían las cosas, ¿le robó usted algo a un compañero?
No, no podía correr el riesgo a que me echaran. Otra cosa, mi papá no me enseñó a robar, me enseñó a trabajar. No recuerdo que algo se haya perdido porque un compañero lo agarrara.

¿Profe, de cuánto fue su primer salario?
De 150 lempiras al mes. Eso fue en la temporada de 1977, luego a mitad de año me aumentaron un par de pesos.

¿Cuánto le costaron sus papeles al Olimpia?
Un directivo de apellido Molina vendió mis papeles, nunca logré nada, ningún centavo. Además, una vez que llegué al equipo lo que me interesó fue quedarme y jugar. No tengo idea de cuánto le costé al Olimpia.

Cuentan que usted siempre firmó su contrato en blanco con el Olimpia, ¿es verdad o es un invento?
No, nunca firmé en blanco, eso es mentira, pero nunca puse peros para firmar, ni andaba leyendo mucho tiempo el contrato, me decían esto es lo que va a ganar y luego se le dará tanto de aumento, no ponía peros. Eso nunca fue un problema.

¿Tuvo ofertas de otros equipos?
Recuerdo que en 1979 vinieron los directivos del FAS a querer contratarme, pero don Rafael Ferrari dijo que yo no, otro menos el “Indio”, al él no lo podemos soltar. Además yo no estaba interesado en salir del equipo.

Logré investigar y darme cuenta de algo, usted jugó 507 partidos en liga nacional y nadie dice nada.
Ese récord lo tengo con el Olimpia. Soy el jugador que más partidos ha disputado con la camisa del Olimpia, logré jugar 507 partidos oficiales, tengo un reconocimiento de parte del equipo, me dieron un banderín que habla de 507 juegos oficiales, está firmado por todos los compañeros. Recién vi que Leonardo Isaula superó los 500 partidos, pero no me ha sobrepasado a mí.

Foto: Diez