El volante de los azules tuvo su primera oportunidad de dirigir un culto en la iglesia a la que asiste junto a su familia.
“Me sentí muy alegre poder dirigir el culto, estaba algo nervioso porque nunca había hablado así en público, con un micrófono, pero todo estuvo bien. Siempre vamos en familia a la iglesia y ellos estuvieron presentes en esta primer culto que dirigí”, cuenta el futbolista, quien ya tiene más de un año de haberse entregado a la vida cristiana.
“Siempre había tenido el anhelo de dirigir un culto en la iglesia a donde voy junto a mi familia (Remanente de Jehová de Tegucigalpa), antes miraba como Irvin Reyna lo hacía y yo también quería”.
Mayorquín tiene una explicación sobre este cambio que ha tenido en su vida. “Estoy en la vida cristiana desde agosto del 2014, exactamente desde que murió mi mamá (doña Elsy Gámez falleció por un cáncer en su páncreas), busqué a Dios porque necesitaba llenar todo el vacío que me dejó su partida. Todo el dolor cambió al gozo. Solamente él pudo llenarme esos vacíos, curar las tristezas y las frustraciones”, relata. Y añade: “Estoy muy agradecido porque desde que busqué de Dios mi vida cambió en todo, en lo familiar, en lo personal y en en mi trabajo. Ahora busco cada día enfocarme más y perseverar en Cristo porque es lo único que nos puede llevar a la salvación. Cuando murió mi madre si yo hubiera buscado otro camino distinto al que decidí buscar, quien sabe que sería de mi vida”.
A Mayorquín lo conocemos como un jugador bravo, que mete pierna y que es normal que reciba tarjetas rojas, pero dice que poco a poco a buscado cambiar eso. “Uno va aprendiendo. Cuando llegué a Motagua me propuse cambiar muchas cosas y más cuando busqué de Dios. He tratado de moldear mi carácter dentro de la cancha porque por eso perdí varias oportunidades en el fútbol. Estoy agradecido con Dios porque he podido mejoar”, dice con alegría.
