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La nueva evidencia fue el domingo pasado con un fastidioso empate sin goles, partido en el que lo más importante fue ver una mujer, Melissa Pastrana dirigiendo un denominado clásico, porque ya antes había dirigido otros partidos de la Primera División, además a un portero novato; Alex Güity Barrios, atajando de emergencia en el Olimpia por los inconvenientes de Donis Escober y Edrick Menjívar.
El encuentro con un marco espectacular de aficionados como es una costumbre y con extremas medidas de seguridad de la policía, hasta intimidatorias como un estado en guerra para controlar a las violentas barras, se murió en una calurosa tarde capitalina con la crónica de un resultado anunciado, al menos para los que ya sabemos que en las vueltas regulares los dos capitalinos aburren con los empates.

Ambos integrantes de los cuerpos técnicos tuvieron una bronca cuando culminó el primer tiempo.
El encuentro se caracterizó por un bajo nivel técnico en la creación de jugadas de ataques, demasiadas imprecaciones en los pases y con muy poca lucidez de los delanteros, Jerry Bengtson, Jorge Benguché, Roberto Moreira , Erick Andino y los recambios Lacayo y Estigarribia quienes por momentos parecían como llaneros solitarios desesperados por la falta de los abastecedores.
De los dos arqueros el más exigido fue el argentino Ruggier, aunque sin exageraciones en las dos de peligro resolvió bien y el novato portero del Olimpia no tuvo tanta exigencia por la mala puntería de los delanteros azules, aunque se le ve con buenos dotes técnicos, hasta con irreverencia como en una jugada que con los pies eludió cerca de su área a un delantero motagüense para sacar un susto más de algún olimpista.
Como dice un conocido amigo mío entrenador, para una buena pelea deben aportar los dos y para un clásico no tan aburrido como el del domingo pasado, deben arriesgar los dos, pero nada que ver predomina el conservadurismo.
Los directivos en Honduras como se hace en otras ligas, ejemplo México, deberían multar a los entrenadores y a los jugadores por los empates sin goles, y premiarlos por las altas producciones de goles.

Una gran cantidad de aficionados abarrotó las graderías del estadio Nacional.
En el clásico sampedrano sea quien sea los entrenadores son pocos los recuerdos de partidos sin goles, aunque eso debería valorarse con mayores asistencias de aficionados, ya sea en el Morazán o en el Yankel.
Con respecto a la actuación de Melissa Pastrana, todo un acontecimiento en el fútbol hondureño para el clásico, ya que en esto por lo menos no se había dado la equidad de género por capacidades tenemos diferentes valoraciones.
La sobrina de Carlos Pastrana, había tomado una decisión incorrecta en no marcar la mano en el área de Omar Elvir, aunque luego con la asistencia de uno de sus abanderados revocó su decisión. De acuerdo al reglamento tuvo que haber expulsado a Elmer Güity por una acción temeraria en contra de un rival, a los dos técnicos por la conducta inapropiada al finalizar el primer tiempo, lo que quedó evidenciado en la transmisión televisiva.

Melissa Pastrana en la acción de la jugada polémica donde sancionó penal a favor del Olimpia.
A falta de cuatro jornadas para finalizar las vueltas, el más beneficiado con el empate fue el Albo, ya que virtualmente tiene asegurada las semifinales por lo menos como segundo.
El Motagua por el contrario, puso en riesgo tener que jugar un repechaje situación en la que también están Real España y Marathón.
Para evitar la repesca contra UPN, Platense o Real de Minas, el campeón deberá vencer al Marathón y Vida, en el Nacional, y cosechar puntos en las visitas a Juticalpa y Puerto Cortés, una tarea nada fácil.