Ángel Cappa, es un entrenador argentino que defiende el buen juego y la pelota o viceversa. Insiste que la naturaleza del juego siempre fue espontánea, única en su propia práctica y ligada al afán artístico.
En este punto recomiendo la lectura de su libro: ¿Y el fútbol dónde está? no creo que responda interrogantes, seguro puede generar algunas incertidumbres, pero lo que está claro es que nos produce amor por la pelota.
Amor por la pelota, es lo que nos falta, defender a nuestro niño interior que se enamoró de jugar, el que llenó las canchas de su infancia de alegría, quien paró el tiempo para seguir jugando. Los días no pueden seguir pasando y nosotros no acordarnos de por qué jugábamos. En mi caso yo jugaba por ser feliz, nunca me importó ganar.

“Ahora tenés que divertirte, tenés que hacer compañeros, no es importante ganar o perder” estás fueron las palabras de Gabriel Heinze al ver un grupo de niños llorar por perder un partido importante. A los niños, hay que hacerlos más niños, más personas que juegan al fútbol y cada vez menos profesionales desde edades menores. Hay que parar con exigirles que se debe salir a ganar y detener a los ganadores sin pedagogía en nuestro fútbol base.
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Cuando regresemos de nuevo al estadio, les propongo buscar la belleza del juego, buenos pases, al que trata bien a la pelota, al busca levantar la pelota sobre la barrera y colgarla en un ángulo. Jugar bien no está al alcance de todos, es por eso que es tan difícil hacerlo.