Jorge Ferman, enviado de DIEZ a la Copa Oro, fue testigo de los fallos de los delanteros hondureños ante Guayana Francesa. 'Pinto es el menos culpable', asegura
Sentado en el palco de prensa del
BBVA Compass Stadium de la ciudad de
Houston, presencié con una amargura terrible, una hecho que nos tiene a
jodidosa todos en
Honduras futbolísticamente hablando.
Honduras ha firmado sin ninguna duda su
divorcio. Se ha separado. Ha perdido el camino hacia la felicidad. Ya no hay amor y es por eso que el
GOL se ha ido. Nos ha dejado y ahora somos enemigos a muerte.
El equipo catracho sigue penando y caminando por el lado oscuro en la
Copa Oro. Sus delanteros no tienen la eficacia y la tranquilidad para poder definir frente a los guardametas rivales. Primer pensábamos que eran solo malas noches, pero ahora estamos claros que nuestros delanteros han perdido hasta la confianza.
Es incomprensible como futbolistas con la trayectoria de
Alberth Elis o Romell Quioto, por ejemplo, no puedan perforar las redes gozando de tantas posibilidades. Las porterías se les han achicado y no encuentran la manera de hacer que ese balón entre.
Foto: Diez
¿Qué sucede con los delanteros de Honduras? Romell Quioto fracasó ayer en su propia casa, Houston.
En los primeros dos juegos de la
Copa Oro, contra
Costa Rica y Guayana Francesa, ambos han gozado de oportunidades muy claras de gol, que si las hubieran concretado estaríamos hablando de otra historia en este torneo. Pero ambos han sido los grandes culpables del divorcio que tiene
Honduras con el
GOL. Al menos se ha convertido en los principales actores de esta frustración.
Por ahora todos los
hondureños seguimos atragantados. Con un nudo en la gargante que nos asfixia poco a poco. No podemos sacarnos toda la rabia
gritando GOL por culpa de atacantes incapaces de meter una. Al menos una, es todo lo que les pedimos.
Cero goles en dos partidos, la Bicolor navega sin rumbo en la #CopaOro2017.
De este divorcio total con el GOL,
Pinto es el menos culpable. El técnico colombiano no puede responsabilizarse de que sus delanteros a tres metros de la línea de gol estrellen la pelota en el guardameta rival, golpeen mal la pelota y la envíen fuera, que no puedan ser capaces de tocar con sutileza el balón y enviarlo al fondo. De eso no no podemos responsabilizar al entrenador nacional.
Aquí el tema tiene otro fondo. La raíz del problema está en la poca formación que tuvieron nuestros jugadores en el fútbol menor. Nadie les enseñó a golpear correctamente la pelota. Lo hacen, pero no son consistentes. Nadie les pidió quedarse una hora más tras el entrenamiento trabajando en la definición, como lo hacen los grandes cracks del fútbol:
Cristiano y Messi, por mencionar a los dos mejores del planeta en este momento.
Y mucho menos salió de ellos la iniciativa de hacerlo. De dar la milla extra en el entrenamiento para mejorar sus debilidades y afinar sus fortalezas. Todos los deportistas de alto rendimiento lo hacen y los nuestros nunca han tenido esa cultura de buscar el alto nivel.
Hay que reconocer que nuestros jugadores hacen su esfuerzo, pero muchas veces no es suficiente. No ajusta, como nos está sucediendo en esta
Copa Oro, donde
Honduras ha firmado su divorcio con el GOL y eso nos tiene tristes a todos.