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¡10 días aislada! El calvario que vivió la nadadora hondureña Julimar Ávila en Tokio: 'No tenía expectativas”  

La atleta hondureña de 24 años, Julimar Ávila, alcanzó unas históricas semifinales para Honduras en natación cuando compitió en los 200 metros mariposa en los Juegos Olímpicos de Tokio donde fue aislada y privada de entrenar.

2021-08-12

Lo nunca antes visto para Honduras en unos Juegos Olímpicos llegó de la mano de Julimar Ávila, aunque también de su fortaleza mental, pues la nadadora que el pasado 27 de julio clasificó a unas históricas semifinales en Tokio, tuvo que pasar por lo que muy pocos soportarían en su experiencia Olímpica.

Julimar Ávila, la nadadora graduada en Boston University que ha hecho historia en Juegos Olímpicos de Tokio

Y es que 10 de los 16 días que la nacida en Boston, pero de padres hondureños, estuvo en aislamiento debido a ser sospechosa de coronavirus, tocando el agua muy pocas veces hasta el día de su competencia donde a pesar de no tener altas expectativas, logró una épica hazaña en los 200 mariposa.

Julimar se reunió con DIEZ en su regreso a Honduras tras dos años, pues ella suele visitar su hogar de origen, La Lima, anualmente, pero debido a la pandemia no pudo hacerlo en su importante 2020, pues algo cambió dentro de ella en ese tiempo que la fortaleció para llegar donde se encuentra.

Ávila Mancia nos recibió en su segunda casa en Honduras, la sede de Delfines Sampedranos, donde todo inició cuando apenas tenía cinco años, y ahora, casi dos décadas después, regresa al lugar donde se forjó el sueño que hace tres semanas cumplió en Japón.

Foto: Diez



Con 24 años, Julimar cuenta sobre lo vivido en los Juegos Olímpicos, lo que se siente representar a su país y el sacrifico que este conlleva, pues pensar sobre retirarse del agua no fue algo que pasó por su cabeza, sin embargo, todo ello ha sido superado y viene más fuerte que el cierre de su histórico 2021.

La entrevista con Julimar Ávila

Regresas a Honduras tras dos años. ¿Cómo te sientes de estar en casa?

Super feliz de regresar, hace tiempo que no venía y he aprovechado el tiempo para descansar y disfrutar con mi familia. Este miércoles solo vengo a sentir el agua, entrenaré otra vez un poco, aunque dije que iba a estar un mes de vacaciones tras los Juegos (risas). Cuando regresé a Estados Unidos, trabajaré en los detalles chiquitos y trataré de disfrutar el deporte porque después de estar tanto tiempo parada sé que no me voy a tirar un tiempo, pero solo quiero estar en la piscina otra vez.

La última vez que vine fue antes de los Panamericanos de Lima 2019, iba a venir a entrenar en el verano del año pasado para los nacionales, pero por la pandemia, ya sabes.

¿Qué hay de distinto entre la Julimar que viajó en verano de hace dos años a Perú a la que está acá ahora tras ir a Japón?

Hay una gran diferencia entre esa Julimar y la de ahora. La Julimar anterior siempre estaba estresada, super nerviosa y solo se enfocaba en los tiempos, quería superar sus marcas siempre. La de ahora que fue a Tokio tuvo gran experiencia, pues aprendí a mantener la calma, relajarme y no pensar en mis tiempos si no a que quiero representar a mi familia, equipo y Honduras de la mejor manera posible y pues nadé como nunca lo había hecho en mi carrera.

Foto: Diez



Hablemos sobre lo ocurrido en los Juegos Olímpicos. ¿Cuándo llegaste a Tokio tuviste problemas de adaptación?

Fueron 17 horas de vuelo, nuestra ruta de viaje fue saliendo desde Estados Unidos, Miami hacia a Dallas y de ahí de un solo hacia Japón, pero no tuve problemas tras que llegué, pues a mí me encanta dormir (risas), por lo que el cambio de horario no me afectó. Llegamos el 13 y nos fuimos a un campamento que tuvimos antes de la competencia, PanamSports, el cual ayudó bastante, pues solo estábamos con atletas Panamericanos en Tashikawa. Fue muy bonito porque practicábamos con gente de otros países y se sentía que todos éramos todo un equipo. En Tokio comía dumplings, rollitos de primavera, bastante sopa ramen y mucho fideo. En la mañana era pan, bastante fruta y vegetales

Estabas compartiendo frente a tantos atletas de distintos países y ver que la delegación de Honduras era tan pequeña, ¿te hacía sentir diferente?

La nadadora Julimar Ávila dice adiós a los Juegos Olímpicos de Tokio como histórica semifinalista de Honduras

Bueno, sé que otros países como Estados Unidos tienen grandes grupos, pero yo tenía a mis compañeros de mi academia en Florida, Azura Aquatics, ellos enviaron a los Juegos 12 nadadores de 10 países, y estábamos todos juntos esperando la competencia, por lo que no me sentí diferente.

¿Valió la pena tanto sufrimiento entrenando para llegar a Japón?

Definitivamente. Estaba super nerviosa de que iba a competir en los 200 mariposa porque es un evento muy difícil y mi prueba fuerte era el 200 libre, pero en el mariposa estaba bajando centésimas. Mis entrenadores tenían bastante confianza de que lo iba hacer bien y se los agradecí mucho. Cuando terminé mi primera participación en los Juegos y clasifiqué a la siguiente ronda fui a darle las gracias a mi coach, “Coro Gonzáles”, al igual que a mi entrenador Gianluca de Azura. No sé qué hubiera pasado si hubiera nadado libre en Tokio, pero siempre iba a dar todo en la competencia.

¿Esperabas llegar hacia semifinales?

La verdad que no (risas). Creo que desde que tenía como 16 años no bajaba tiempos tan grandes como de tres segundos en un evento, pues también con todos los problemas que sufrí antes de la competencia no me hacía generar expectativas.

Yo solo me tiré al agua pensando en que no había problema si no clasificaba hoy y que mañana estaría en el agua otra vez si lo lograba, así que cuando me vi en la pantalla en el lugar 16 estaba super emocionada, no podía creérmelo. Tenía dos amigas cerca de la pantalla saltando y haciéndome señas y solo no podía dejar de sonreír, fue un sueño hecho realidad.

Foto: Diez



Tu competencia fue en la noche y volvías a nadar a las 10 am del siguiente día. ¿Cómo dormiste esa vez?

Llegué a la habitación y como a las 10 pm apagué mi celular, pensé en relajarme y enfocarme en mañana y pum, dormí super bien. Desperté como a las 6 am y no quería levantarme hasta después de las 7, por lo que me mantuve en la cama pensando porque estaba bien emocionaba. Fui a desayunar antes de las 8 para luego ir a tocar agua para calentar previo a la nadada.

¿Qué crees que pasó entonces para que hayas logrado el sueño aún con la desventaja que sufriste?

Me enfoqué. Dejé mi celular, no estaba hablando con casi nadie, solo con mi familia, y también empecé a escribir en mi diario para mantener la calma y desahogarme de la frustración que sentía. Yo sabía que el Comité y la Federación estaban trabajando para resolver el problema, por lo que solo me repetía: “ya sé que todos están orgullosos de que yo esté acá, no se enojarán conmigo por mi desempeño en el torneo y que con solo estar dentro de los Olímpicos es un sueño hecho realidad, así que pondré todo mi esfuerzo posible para representar a mi país”. Solo estaba disfrutando la experiencia, no me estresaba en que debía ganar y solo ganar, o que se enojarían conmigo si no me iba bien, no, lo contrario.

Ahora, cuéntanos, ¿cómo se generó el problema con el alojamiento y qué vino después?

En nuestro vuelo de Dallas hacia Japón viajamos junto a una persona con covid-19, por lo que, a mí, a mi compañero Julio Horrego, y un nadador de Haití y República Dominicana, nos alejaron.

Nosotros llegamos el 13 al campamento en el que íbamos a estar hasta el 18, pero un día antes nos informaron del positivo y por reglas protocolarias del gobierno debíamos estar aislados. Terminaron diciendo que íbamos a estar aparte por 14 días, pero primero nos dijeron que eran por tres, por lo que yo estaba okay, pensaba que todo estaría bien y que siempre iríamos a la piscina para relajarnos, pero ya cuando vimos que todos iban al agua el 19 y nosotros no, me afligí, más cuando nos hicieron ir a entrenar a otra piscina en un hotel a 20 minutos de la Villa.

Me preocupé, no podía estar dos semanas sin nadar y luego competir en unos 200 mariposa. Nos mudamos hasta el 22 hacia la Villa Olímpica, pero estuve aislada hasta el 27, encerrada en mi habitación entrenando por Zoom, escribiendo y hablando con mis cercanos para pasar el tiempo.

Foto: Diez



Entonces sí es cierto lo que comentó Julio Horrego sobre el calvario que vivieron encerrados...

Bueno, a pesar de que haya dado negativo en varias pruebas, ellos estaban tratando de proteger a los entrenadores y participantes para tener cuidado, por lo que no puedo decir nada malo porque entiendo que querían cuidar a los demás.

Sí, estaba estresada, pero esperaba que todo iba a salir bien, pues ya estar en Tokio era muy grande y entendí a Japón. La verdad es que no solo fuimos nosotros, sabía que había otros grupos pasándola así dentro del hotel.

¿Te afectó lo que pasó?

Nah, creo que no, siempre estuve hablando con mi entrenador y pude entrenar poco en la piscina y cuando no lo hice me ejercitaba en mi cuarto.

Hay que tener fe, nunca dije “voy a nadar mal”, porque de haberlo hecho podía afectarme. Todo esto fue con la ayuda de mi equipo, tuve muchos obstáculos, pero me fue bien y eso me ayudará en lo que vendrá. La Julimar de antes sin duda hubiera perdido la cabeza con lo que pasó.

¿Se lo ocultaste a tus padres?

Cuando me separaron el 17 no se los dije por su salud, pero cuatro días después mi mamá empezó a preguntarme qué por qué no salía en las fotos de mi equipo, cómo estaba la Villa Olímpica o qué estaba haciendo. Finalmente le dije, no le mentí, pero sí lo oculté. Mi mamá mantuvo la calma cuando hablaba conmigo, pero sabía que estaba estresada, mi papá me comentó que las cosas pasan por alguna razón así que no debía preocuparme. Yo sabía que con enojarme no ganaba nada, solo me iba a cansar. El buen pensamiento me mantuvo en pie.

¿Cómo pudo cambiar tan rápido esa Julimar de antes que tanto mencionas a la persona que eres ahora?

La cuarentena por la pandemia me ayudó bastante para encontrarme porque pasaron muchos meses sin estar en la piscina y pensé que debía retirarme, ya no quería nadar. Todo estaba cerrado y creí que era una señal que tenía que dejarlo. Hablé con mis padres y amigos sobre ello y sentí su apoyo, por lo que recapacite y pensé que no quería pensar en qué hubiera pasado si no hubiera seguido nadando o qué hubiera logrado en las olimpiadas.

Todos estos pensamientos vinieron por el estrés, ver como otros amigos de mí misma edad ya estaban disfrutando de la vida otra vez y yo seguía en lo mismo, pero me enfoque en que quería seguir luchando ya que era algo por los que todos estábamos sufriendo. Escribir y desahogarme en mi diario me ayudó bastante.

Foto: Diez



Me imagino que has de tener lleno tu diario...

Sí, todos los días escribo en él. Empecé a escribir en el en 2019 cuando me lo dio mi entrenadora de la Universidad de Boston, pues ya me había graduado y estaba triste porque me iba, así que me lo entregó para que yo pudiera escribir lo que me sucediera diariamente. Inicié poniendo cosas como las que me dijo, cosas que me hicieran feliz o de gratitud, lo hice, pero ya después comencé a desahogarme más y escribía bastante.

En Tokio lo usé todo el tiempo para contar las experiencias y cómo me sentía. Me decía que había que mantener la calma, que a pesar de todo estoy en Japón y ya, lo que pasó, pasó; generalmente ponía cosas positivas, porque si le das lo positivo al universo, esto te devuelve el doble, espero.

El sacrificio que lleva ser un atleta olímpico es inmenso, te priva de muchas cosas como vivir una vida ‘normal’ para alguien de tu edad.

Mis padres me inculcaron siempre la disciplina. En mi penúltimo año de colegio quería abandonar la natación, pues mis demás compañeros ya no estaban, yo no estaba bajando mis tiempos y me cansé de ese deporte, nadé con mi equipo ese año solo para disfrutar la natación, no pensaba en competir ni nada, por lo que ya no iba a entrenar todos los días solo cuando quería, aunque eso fue lo que me ayudó porque cuando los días que no nadaba me decía que en realidad que, sí deseaba hacerlo, sí quería seguir nadando.

Años atrás no solía salir, no iba a fiestas, en el colegio y en la universidad era lo mismo porque debía entrenar y estar al día con mis tareas. Tal vez algunas veces me metía a Instagram y miraba a los demás afuera y me preguntaba: “pucha, ¿por qué no estoy saliendo y disfrutando?”, pero después pensé que esta lucha me daría resultado.

Con la pandemia me cuestionaba si en realidad esta iba a ser mi vida, una fuera de la piscina, así que eso me motivó a salir a nadar a aguas abiertas, playa, lago, bahía, para poder sentir el amor por el deporte. Fue ahí cuando la Federación de Natación me dio la beca para entrar a Azura, ellos decidieron dármela ya que vieron que le dedicaba mucho a esto, sobre todo con mis entrenos fuera de la piscina, pues esto lo hacía para poder rendir cuando todo volviera, no sabía que hubiera pasado sin el coronavirus.

Foto: Diez





Ya pasó Tokio, tu objetivo de vida, viene París en tres años, tendrás 27. ¿Te ves en otros Juegos Olímpicos?

Ahorita estoy llevando la vida al día a día (risas). Solo descansaré un tiempo, pues me dije que tras los Juegos iba a estar fuera un mes, y de ahí empezaré a entrenar para lograr las marcas que me clasifiquen al Mundial de piscina corta en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos, en diciembre. Voy intentar nadar lo mejor posible, yo aquí no paró, lo hablé con mi familia, entrenadores y cuento con el apoyo de todos ellos y con el de Honduras por lo que quiero seguir representando a mi país.

La competencia para conseguirlo será grande contra las buenas nadadoras que tendrás de rivales.

Hay muchas nadadoras super rápidas que tienen el objetivo en común que es representar a Honduras en el máximo nivel, así que no será fácil. Buscaré representar al país en los Juegos Centroamericanos del próximo año.