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Análisis táctico: Motagua forzó los duelos individuales ante el desorden posicional de Olimpia

El entrenador de Motagua Diego Vázquez le ganó la partida táctica a Manuel Keosseián que tuvo un equipo al que le faltó orden.

2019-06-02

Entrenador de fútbol • Estudiante de Literatura

Twitter @gaspar95vc

Este análisis de la Gran Final entre Olimpia y Motagua es fundamentado en el juego, el juego es la interacción constante de los jugadores con los elementos del mismo: el balón, los compañeros, espacios propios y espacios del rival.

Desde este blog nunca se intentará escribir más allá de lo que pasa en el terreno de las acciones, se analiza en el contexto de ambos equipos y la realidad futbolística de este país.

Motagua fue superior al Olimpia, posicionalmente, esto significa que los jugadores del ciclón azul estaban bien parados en el campo, que su relación con los espacios del rival y propios era la adecuada, porque cada uno entendía que debía hacer y en que momento; funciones.

Uno de las acciones que más refleja esto es cuando Galvaliz retrocedía su posición para juntarse con sus compañeros de la banda, creando una gran dinámica combinativa entre él y Kevin Lopez.

Los dirigidos por Diego Vásquez forzaban los duelos individuales en la banda izquierda Omar Elvir ganaba constantemente contra Maylor Nuñez, demostrando que la velocidad en el fútbol tiene que ver más con el tiempo y espacio que con la potencia en la carrera.

La zaga de los azules, donde destacó Cristopher Meléndez, se anticipaban al juego directo del Olimpia, que intentaba encontrar sin éxitos a sus dos máximos referentes de área.

La defensa del Motagua se comportó posicionalmente bien, pero no solo defensivamente también conducían en velocidad, para desahabilitar líneas de presión del rival y posicionarse en campo de los merengues, activando espacios para progresar en el juego, ante el desorden posicional del Olimpia.

Foto: Diez

Desorden posicional del Olimpia, sí, de Manolo Keosseian. Un equipo que tuvo el balón pero pocas veces interpretó el juego, porque el juego hay que interpretarlo, para poder jugarlo, porque el balón sino se recibe en un orden posicional, los que juegan no pueden producir cosas con la número cinco.

Era tanto el desorden posicional del Olimpia, que Elmer Güity, uno de los mejores de la temporada de los leones, conducía por dentro y se perfilaba para su pierna derecha, su pierna menos hábil, no encontraba con quien relacionarse en el juego.

Cuando entró Chavasco, se vio mejor el equipo dirigido por el uruguayo, se juntaba en con el mismo Guity y Jorge Álvarez.

Uno de las principales movimientos de Benguché en todo el partido fue retroceder su posición en el campo, donde se notaba incómodo recibiendo de espaldas, porque no es lo mismo recibir de espaldas cerca de la portería que en la zona de ¾ ante la marca de Castellanos que se jugó un gran partido y esto se daba porque el Olimpia no pudo nunca establecerse en campo contrario adecuadamente.

Foto: Diez

La imagen de J onathan Paz, pegado a la banda derecha para iniciar la progresión de juego, debe servir para tomarla de ejemplo de mala ubicación, un central no puede iniciar el juego por el costado, pegado a la línea de cal, hace que se pierda la estructura defensiva de su equipo y deja un espacio en la zaga.

Jerry Bengston desaperecido porque los defensas motagüienses lo sacaban de zona de influencia y lo anticipaban.

Sucede que nunca recibió en condiciones para crear peligro, que Sosa pocas veces se le juntó, que Álvarez no podía porque en la circulación muy poco aporta Deiby. La junta directiva del Olimpia tiene varias cosas que replantearse para el próximo torneo.

El fútbol no es un juego de jugar a tener el balón, es un juego de saber qué hacer con y sin el él. Motagua entendía perfectamente qué hacer contra su clásico rival, nos preguntaremos algunos si eso es jugar bien, eso queda pendiente para otra entrada en este blog.