El blog de Gaspar Vallecillo: El papel de la cantera en la nueva del Olimpia de Pedro Troglio
Eso sí, Olimpia apenas se animaba a cruzar al territorio del rival y de hecho lo intentó en una sola ocasión culminando con un remate desviado de Edwin Rodríguez.
Por supuesto que todo esquema funciona hasta que el rival te marca el gol. Entendamos que tirados atrás todo el tiempo se está más cerca de perder que de ganar. Es una realidad que nadie puede desconocer. De tanto intentar, al rival le puede terminar resultando algo. Un remate al ángulo, un cabezazo certero, provocar el error del rival debido a la presión, etc.
En ningún momento esperaba que el Olimpia saliera al campo a jugarle de tu a tu a Tigres. Pero tampoco imaginé ver al equipo sin intentar atacar durante casi todo el primer tiempo. La cautela fue excesiva ante un equipo mexicano que no miraba muy claro en cuanto a cómo llegar a inquietar al rival.
No puedo saber cuál era el plan concreto del Profesor Troglio en cuanto al desarrollo del juego. Me refiero a que si en algún instante de la complementaria iba a decidir soltar un poco la marca para apostar a buscar el gol de vez en cuando. La expulsión de Flores cambió cualquier plan.

Cierto que los leones tuvieron una muy clara en el pie derecho de Bengtson. Y otra no tan clara con Eddie Hernández. Pero eso fue todo. En 90 minutos dos acciones frente al arco rival. Demasiado poco para un equipo como el Olimpia.
Tampoco es que ha sido una sorpresa la eliminación del cuadro hondureño. Solo que yo imaginé todo de manera muy distinta. Creí que Olimpia perdería sin perder de vista el arco rival en lugar de perder metido atrás en campo propio, incluso cuando tenía a los once.

Al final de esta aventura en la Champions de Concacaf al Olimpia le quedará sacar pecho diciendo que es uno de los mejores cuatro clubes de la región en el año 2020. Punto válido y merecido.
Es un logro importante y además histórico. Pero en la próxima me gustaría que los equipos hondureños peleándole un poco más a sus rivales mexicanos. Nada más eso, pelearla un poco más.
Jugar no con el temor del que sale al campo para evitar una goleada, sino que jugar con la convicción de aquel que no teme perder. Tampoco a lo loco, siempre con equilibrio. El equilibrio del que sabe defenderse pero que también sabe cuándo ir a la ofensiva.