Y si alguien se refirió a él fue para criticar la poca preparación con la que llegaba la Selecta y por lo repetido del rival. De hecho, con el del sábado, El Salvador-Honduras se enfrentaron 27 veces durante este nuevo siglo, solo superado por “el clásico” entre Lesoto-Suazilandia, que llevan 29, al que ya le pisan los talones.
¿Te lo perdiste? Aquí está el resumen del duelo entre Honduras y El Salvador.
Si en la previa el juego se veía con desdén e indiferencia, al acabar el primer tiempo la sensación era de desesperanza. Con un 0-2 en contra y una imagen pobre, el panorama era desalentador. Salió con Benji Villalobos en el arco, el mejor portero del torneo, y la defensa de cuatro del Santa Tecla, el flamante bicampeón.
Jorge Luis Pinto, entrenador de Honduras y Eduardo Lara, DT de El Salvador.
Por eso sorprendió que al 4’ ya estuviera perdiendo, sobre todo por cómo llegó el gol. Una jugada típica del minuto 88, cuando un equipo que va perdiendo se lanza a la desesperada buscando el empate en campo contrario y lo toman mal parado en la contra.
Así pasó en el gol de Puerto, solo que apenas empezaba el juego y no había ningún motivo para una descompensación defensiva como la que aprovechó Honduras en el 1-0.
El 2-0 llegó de otro regalo de la defensa, que además tuvo otros gestos generosos de ese tipo pero los catrachos no los aprovecharon.
En el segundo tiempo, entre el mar de cambios y que Honduras bajó el ritmo, el equipo de Eduardo Lara empezó a combinar mejor, dejó de jugar al pelotazo y fue creando oportunidades. La H perdió fluidez en el medio y poco a poco se replegó, con lo que Gerson Mayén tuvo más espacios para tejer su juego.
El jugador de la selección de El Salvador Harold Alas (i) disputa el balón con el jugador de Honduras Michel Chirinos.
La Selecta es uno de los equipos con peor ratio de conversión frente a marco. Es decir, para anotar un gol necesita muchas ocasiones. Y así, iba dilapidando oportunidades -algunas bien conjuradas por el portero hondureño- hasta que llegó el centro de Dennis Pineda que acabó en gol. Luego, también, el cabezazo de Zelaya (gol 20 en la Selección) para el 2-2 y otras jugadas de peligro.
Al final, el empate, por cómo se dio, terminó por ser un resultado positivo y la afición, la misma que renegaba en el entretiempo, se fue con un buen sabor de boca. Saben, por supuesto, que esta no es la mejor Honduras de todos los tiempos, ni siquiera la mejor selección que podría formar hoy por hoy Honduras, pero eso poco importa. Recuperarse de una ventaja de dos goles es suficiente razón para ilusionarse.