Boca, el único equipo 'grande' de la liga argentina que nunca descendió a segunda división, cayó 3-1 ayer de visita ante Estudiantes luego de haber sido apabullado en su propia casa por un modesto Atlético Rafaela 3-0 el domingo pasado.
A cuatro jornadas de iniciado el torneo, el equipo auriazul apenas sumó tres puntos en la segunda fecha ante Belgrano con un gol de último minuto del delantero Emmanuel Gigliotti, después de sufrir una primera derrota ante Newell's Old Boys (1-0) en el arranque.
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Por ahora Bianchi sigue, pese a las críticas, a los rumores y las versiones periodísticas que ya hablan de nombres para sucederlo.
'Me reuní con el presidente (Daniel Angelici), sigo siendo el entrenador, a la tarde (del jueves) voy a dirigir la práctica y el domingo saldré a dirigir el equipo ante Vélez. Eso es lo que determinamos en la reunión', declaró Bianchi tras el encuentro, en el mismo sentido de lo que dijo tras la derrota ante Estudiantes.
La crisis de Boca no es nueva, viene de arrastre y Bianchi, de 65 años, que llegó hace 20 meses y sumó al estelar Juan Román Riquelme ilusionando a los xeneizes, estuvo lejos de repetir de las glorias del pasado.
Ya sin Riquelme, cuyo contrato venció en junio pasado y tras idas y venidas con una dirigencia que no ocultaba que lo quería afuera del club, terminó yéndose a Argentinos Juniors, descendido a la segunda división, el club auriazul parece aún más a la deriva.
Desde el regreso de Bianchi para la tercera etapa al frente de Boca, el equipo tuvo un desempeño mediocre con apenas 45% de los puntos ganados y sin ningún título para mostrar.