La afición del Bayern comenzó a sacar pancartas con mensajes de odio y racismo hacia Dietmar Hopp, dueño del Hoffenheim, y el árbitro al leer los mensajes decidió detener el partido hasta que las mantas desaparecieran de la gradería.
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Sin embargo la afición del Bayern no accedió y despertó la ira de su propio entrenador Hansi Flick quien fue el primero en dirigirse a ellos de forma airada pidiéndole esconder dichos mensajes, pero los ruidosos fanáticos no accedieron.
Los jugadores también trataron de calmar al público y le solicitaron no siguieran mostrando los mensajes llenos de odio hacia el dirigente, pero tampoco tuvo eco y fue cuando decidieron abandonar el terreno de juego.
Transcurrido más de un cuarto de hora, con ambos equipos en el túnel de vestuarios y dilucidando qué hacer con los árbitros, los futbolistas han regresado al césped del PreZero Arena. Así, han agotado el tiempo que faltaba simplemente pasándose el balón y escenificando su protesta conjunta entre aplausos del resto del estadio.
Este incidente ha ocurrido escasos días después de que el presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), Fritz Keller, haya condenado enérgicamente el despliegue de otra pancarta con una mirilla de escopeta en el estadio del Borussia Mönchengladbach y que tenía la imagen del rostro de Dietmar Hopp.