La salida de Rousseff de la presidencia marca el fin a los más de 13 años del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) en el poder del gigante sudamericano.
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Al final de una maratónica sesión que duró casi 22 horas, 55 senadores (de un pleno de 81) se pronunciaron en favor de juzgar a la mandataria y apartarla del poder durante 180 días, por maniobras fiscales para engrosar las arcas durante su campaña de reelección en 2014.
Rousseff, la exguerrillera izquierdista de 68 años que en 2011 asumió como la primera presidenta de Brasil, será reemplazada por su vicepresidente Michel Temer, de 75 años.
La mandataria se va del cargo con apenas un 10% de popularidad, en medio de una grave recesión económica y un escándalo de corrupción que ha manchado a buena parte de la élite del poder en Brasilia. Y se quedará sin inaugurar los Juegos Olímpicos que se celebran en agosto en Rio de Janeiro.
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PENA DE MUERTE
'Es desproporcionado, es como si quisiéramos penalizar con pena de muerte una infracción de tránsito', dijo la senadora Gleisi Hoffmann, exjefa de gabinete de Rousseff y miembro del PT.
La destitución definitiva de Rousseff requiere de dos tercios de los votos del Senado (54 de un total de 81 miembros) al final del juicio político. Menos de los votos que se registraron este jueves en el Senado, lo que hace muy poco probable que vuelva al poder.
Muchos cuestionan este proceso en la cámara alta, donde una mayoría está acusada de corrupción. Un estudio de la ONG Transparencia Brasil reveló que 61% de los 81 miembros del Senado han sido condenados o acusados de delitos en algún momento.
Como si de un gran partido de fútbol se tratara, los brasileños siguieron los debates del Congreso desde sus hogares o en los bares, pero pocas personas salieron a las calles, contrariamente a las multitudinarias protestas del último año.