Ese es el ejemplo pragmático de la Selección Mayor que acaba de finalizar en el tercer lugar de la Liga de Naciones de Concacaf, después de perder en semifinales contra Estados Unidos, a la postre campeón del certamen, y vencer en penales a Costa Rica, el clásico rival de la región.
Por más que hayan quedado buenas sensaciones en el juego en ambos encuentros, más en el segundo tiempo frente a los ticos, los resultados al final siguen siendo los mismos, no se gana un partido desde noviembre 2019, cuando se derrotó a Trinidad y Tobago en la fase preliminar de la misma Liga de Naciones y eso ya es mucho y alarmante.
En ese camino estamos igual que Costa Rica, con una amnesia de casi dos años sin conocer una victoria.
En la evaluación de todo el certamen, al que accedieron los cuatro líderes de la ronda preliminar, resultó indigerible la caída contra Estados Unidos, a tres minutos del final por las mismas desconcentraciones de siempre y porque el partido perfectamente pudo haberse ganado, sino preguntémosle al Choco Lozano y sus fallas de primaria.
Después de ese revés ante los estadounidenses surgieron de nuevo los consuelos de siempre: dominamos el juego, fuimos superiores, estamos mejor que ellos, ¡pero volvimos a perder y a regresar con las manos vacías!. Pero ¿Qué se esconde detrás de todo esto ?. Hay una realidad inocultable, no hay resultados favorables. No se ganan los partidos y con esa ausencia no se logran títulos en ninguno de los torneos en los que se participa.
Si nos vamos al encuentro por el tercer lugar, igualmente aparecieron los mismos errores. Primero se perdía apenas a los 8 minutos con el gol de Campbell, tras un concierto de fallas defensivas.
Se empató con un golazo de Edwin Rodríguez; se consiguió la ventaja con definición de Elis pero vino el empate en los tres últimos minutos a través de Francisco Calvo y tuvo que resolverse todo en los penales donde Honduras estuvo más acertado y Luis López de lució con dos penales atajados.
El fracaso se construyó desde la derrota contra Estados Unidos, puesto que ninguna selección de alta competencia en la Concacaf celebra terceros lugares o segundos puestos, como por ejemplo México que no asimila haber perdido la final contra Estados Unidos. Ya debemos vencer esa mentalidad de quedar conformes con muy poco y eso aplica para todo en la vida.
Hay que reconocer que la Bicolor en los dos encuentros ante rivales directos en el proceso al Mundial de Qatar, dejó mejores sensaciones de su juego, si lo comparamos con el mostrado en la gira de marzo ante Bielorusia y Grecia y no digamos las vergonzosas presentaciones frente a Nicaragua y Guatemala.
Ahora viene una prueba por siempre altamente complicada, enfrentar el próximo sábado a México en Atlanta, Georgia, en un choque que de amistoso no tendrá nada.
Si seguimos en la ruta que llevamos, igual será empatar, ganar o perder ante los mexicanos, con ese cuento que lo más importante serán las eliminatorias mundialistas.
Hay bárbaros que incluso no le dan desde ya ninguna trascendencia a los resultados que pueda tener Honduras en la próxima Copa de Oro, cuando la obligación debería ser ganarla después de tantos papelones hasta de ser eliminados en la primera fase.
Con los resultados de la Liga de Naciones, Honduras seguirá su descenso en el ranking de la FIFA,por algunos menospreciado, pero que sirve para que puedan contratar un futbolista por ejemplo en la liga Premier de Inglaterra.
La selección de México ha caído en un mar de críticas y desconfianza, por sus desubicados periodistas y aficionados, lo que Honduras podría aprovechar para darles un nuevo golpe y abollar más el proceso con Gerardo Martino.
No es mi deseo descalificar todo lo que se está haciendo y tampoco promuevo campañas para que destituyan al técnico Coito, pero me gusta el café con azúcar, cuando es amargo no me lo tomo.