Los videojuegos son un medio narrativo altamente inmersivo, que permite a los jugadores vivir las experiencias que ofrecen de un modo mucho más personal que una película o una novela. El ponerse en la piel de su protagonista, e incluso —en determinados casos— tomar sus decisiones, hace que el jugador experimente el arco narrativo de primera mano, entender las motivaciones, deseos y miedos del personaje principal y llegar a abrazarlas como propias.
Aquellas historias que ofrecen un arco narrativo de redención o búsqueda de paz, en las que el o la protagonista debe atravesar un mar de pesadillas, enfrentar sus miedos o hacer aquello que juró nunca volver a hacer, solo para poder, al final de su aventura, limpiar la sangre de su rostro, sentarse y contemplar el ocaso en completa ausencia de violencia y dolor. Es algo completamente normal que nosotros, como jugadores, experimentemos una mezcla de emociones al encontrar la paz, aunque sea de manera virtual.
Los seres humanos son complejos, disfrutan del dolor pero añoran la paz, en un sentido figurativo. Si no por qué enlistas tus errores cuando te vas a la cama. Pasamos la vida entera tratando de encontrar ese algo que nos haga sentir bien con nosotros mismos. Por ello es tan sencillo poder conectar con un personaje de ficción que se encuentre en una posición esencialmente realista, en el sentido de que su arco está definido por la búsqueda de la paz, al igual que el nuestro en este mundo.
Los estudios de videojuegos se esfuerzan en ofrecer historias más profundas para los jugadores, historias que inviten a la reflexión y que al final puedan dejar un mensaje, independientemente de su naturaleza. De modo que, al momento de rodar los créditos finales, los jugadores sientan una mezcla heterogénea de sentimientos, de modo que estén felices de haber completado el juego y tristes de que su aventura haya llegado a un final.
Y es que un arco de búsqueda de paz puede desembocar en temas bastante delicados, considerando que el camino nunca es fácil, sino que al contrario, está lleno de adversidades. El personaje principal puede atravesar todo tipo de situaciones en las que deba enfrentarse a aquello que más le tema, o en el que lo más difícil sea reconciliarse consigo mismo o ser más empático con el mundo que lo rodea. ¿Suena familiar? Es porque en nuestra vida nos enfrentamos a diario con situaciones similares, quizás menos dramáticas, pero esencialmente similares.
