[Reseña] Andro Dunos 2, una obra que hace tributo y continúa el legado del juego original espléndidamente

Plataforma reseñada: PlayStation 5 (a través de retrocompatibilidad, juego para PS4)

Antes de empezar, es imperativo ponernos en contexto. En 1992, los videojuegos se comenzaban a explorar en su forma más comercial, especialmente en Japón, donde abundaban las máquinas de arcade en los centros comerciales y otros locales con todo tipo de juegos. Entre estos juegos, eran famosos aquellos del género matamarcianos, en el que el jugador controla a una nave que avanza disparando a todo a su paso.

De entre todos los juegos del género ―que fue extremadamente popular en aquella época― destacaban varios, y uno de ellos fue Andro Dunos, desarrollado por la empresa Visco y distribuido por SNK. El título salió para la máquina arcade de Neo Geo MVS y también para la consola doméstica Neo Geo AES, siendo un éxito rotundo y considerado, a día de hoy, uno de los juegos de arcade más famosos de todos los tiempos.

Muchos años pasaron y Visco produjo varios juegos de arcade más, pero la secuela de Andro Dunos jamás vio la luz. La empresa lanzó su último juego en el 2001, y luego de eso, ahora solo se dedican a la fabricación de máquinas tragaperras y similares. Pero no todo estaba perdido para el Yellow Cherry (nombre de la nave protagonista), pues ahora, veinte años después, su secuela al fin llegó.

Los muchachos de Picorinne Soft lograron obtener los permisos correspondientes de Visco para desarrollar Andro Dunos 2, el juego que nos reúne el día de hoy, y lo primero que hay que decir sobre esta secuela, es que no es para nada una continuación que alguien se podría esperar de un juego de hace veinte años. Es algo mucho más profundo, nostálgico y sentimental.

El equipo desarrollador ha optado por hacer una secuela directa del título original, recreándola como si hubiera salido al mercado dos o tres años después. Es decir, aquí no encontraremos naves en 3D o viajes al espacio con gráficos de última generación. Este se trata de un juego pixel art que replica toda la magia de aquellos viejos juegos para las máquinas de arcade.

Con una estética similar a la del primer juego, pero más pulida y con colores y diseños mucho más vivos, Andro Dunos 2 trae una propuesta fresca, entre algunas comillas, al mundo de los videojuegos modernos, al revivir el género matamarcianos con la secuela de uno de los juegos más populares de inicios de los 90. El Yellow Cherry nunca se había visto mejor.

Desde que iniciamos el juego y vemos su animación introductoria, hasta la navegación por su simple menú, nos damos cuenta de que Picorinne Soft se ha tomado sumamente en serio el trabajo de recrear a la perfección la simpleza de los juegos noventeros. El equipo de desarrollo ha decidido omitir esas típicas mejoras que las grandes empresas implementas cuando remasterizan juegos viejos, dejando las opciones tan simples como si de un juego viejo se tratase.

Visualmente, el diseño de las naves enemigas es impresionante. Con una enorme variedad de enemigos, que van desde las clásicas naves de combate hasta naves mitad asteroide y naves biomecánicas con forma de medusas. Los diseños de estos enemigos son bastante destacables, en el sentido de que no pierden ese estilo clásico característico, y aún así se las arreglan para verse de forma moderna.

El diseño de niveles es una completa locura. Pasamos de biomas tan distintos como el espacio sideral, rodeados de asteroides, hasta el fondo del océano, plagado de monstruosas máquinas marinas. Eso sí, cuidado, porque al tocar el suelo o chocar con una saliente, la Yellow Cherry explotará y habremos perdido una vida.

Andro Dunos 2 es un matamarcianos clásico en toda regla. Tanto que, si perdemos todas nuestras vidas y nos acabamos todos nuestros créditos, veremos la pantalla de Game Over y nos tocará volver a empezar todo el juego desde cero. O bueno, podemos ir a la pantalla de selección de nivel e iniciar a jugar desde donde nos quedamos. El juego no cuenta con un modo de vidas infinitas, por lo que el desafío estará siempre constante.

La Yellow Cherry cuenta con cuatro tipos de municiones que podremos intercambiar libremente durante el combate con los botones de los gatillos del mando. Cada una de estas municiones tiene una forma, una cadencia y una dirección de disparo distinta, y será nuestro deber saber de qué forma utilizar esta variedad a nuestro favor. También contamos con un ataque especial, que tiene un pequeño enfriamiento para que evitemos abusar de él.

Esta gran variedad de herramientas de combate convierte al juego en una experiencia más allá del típico tira y esquiva, sin mencionar que podremos mejorar nuestras armas al superar un nivel y obtener potenciadores durante las partidas. Cosa que es especialmente conveniente antes de las peleas contra los jefes.

Porque sí, Andro Dunos 2 nos hará enfrentar a un jefe cuando lleguemos al final de cada uno de sus diez escenarios. Y son combates que, como en cualquier juego de dificultad alta, nos hará morir una y otra vez, memorizar los patrones de ataque del enemigo y estar atentos a las impredecibilidades de, digamos, misiles rastreadores, movimientos bruscos con aceleración o que el escenario juegue en nuestra contra.

Sin duda estos combates de jefe es uno de los puntos más fuertes del título, pues no solo el diseño y los ataques de estos son muy impresionantes, sino que además presiona al jugador a tomarse las cosas muy en serio cuando escucha que la música cambia para colocarse el tema de los enfrentamientos con jefes.

Y aquí tenemos otro tema, la música, con un soundtrack tan clásico que replica a la perfección esa nostalgia de los juegos de arcade, incluso se nota mucho cuando hay un corte y el bucle de la canción inicia nuevamente, algo que los juegos de hoy evitan a toda costa, pero que en Andro Dunos 2 se deja a propósito para replicar a los juegos de antaño.

Llegando tempranamente a una conclusión, diría que Andro Dunos 2 representa una vuelta a las raíces para el mundo de los videojuegos, ofreciendo una experiencia de matamarcianos en pleno 2022, pero que se siente como una mezcla perfecta de las dos épocas, tratando con el mayor de los respetos el material de origen en el que se basa y todo lo que este representa.