Liga Nacional

El conmovedor relato de Martín Castro

El ex jugador de la Liga Nacional, revela las causas que lo llevaron a EUA.

2013-01-16

Armado con un arnés, lentes oscuros y un casco, vestido sin lujos, pero con la ilusión de hacer lo mejor posible su trabajo, así pasa sus días Martín Castro, ex jugador de Real España, en Miami Beach, donde la construcción es su medio de subsistencia.

“Me emociona ser siempre reconocido sin importar el tiempo que he estado fuera del país. Estar en el corazón de la gente. Lo que hago ahora es trabajar y tratar de sacar adelante a mi familia”, son sus primeras palabras.

Al llegar a su lugar de labores, el calor es intenso, los 38 grados que se sienten en Miami Beach no lo frenan, pueden más las ganas de salir adelante que los lamentos por las condiciones en las que pasan horas, minutos y segundos de su existencia.

En 1999 decidí venirme y rumbarle duro. He hecho de todo un poco, metalero, tabla yeso y por último trabajo en ventanas, no soy un experto, pero lo hago bien”.

No hay tiempo para quejas, lo suyo es madrugar e ir a buscar el pan de cada día, aunque eso le cueste lágrimas de sangre y sudor de pies a cabeza.

Me levanto a las 5:30 de la mañana, lo primero que hago es orar, entregarle mi vida al Señor, encomendarme a él, llego a mi trabajo y le cumplo no solo a mi jefe, sino también a Jesucristo. A las 4:00 pm salgo”, dice al limpiar su cara con una camisa sucia.

LA DUREZA DE LA SOLEDAD
Los días para Martín son pesados y largos, pero las noches lo son aún más, la soledad y muchas veces la depresión han tocado a su puerta.

“Lo más duro es estar solo en este país, con mi hermano Troy Anderson comparto mis penas, aunque la falta de familia es imposible de llenar. Extraño a mi esposa, mis dos hijas y a mi madre”, admite.

“He llorado por ellas, pero la culpa la tengo yo de que no estén conmigo, Dios me cuida y pongo todo en las manos de él, las traeré a este país y no me separaré de ellas nunca jamás”.

Ahora su vida es dedicada a Dios. “Uno comete errores, pero cuando se llega a los pies de Jesucristo, se da cuenta de ellos”, reflexiona.
El “Tin” no se da por vencido y aunque dentro de sus aspiraciones ya no está ser asistente o entrenador, sí fue uno de sus sueños.

Estaba en el décimo piso de un edificio en el que prestaba sus servicios de reparación y remodelación de ventanas, no le intimida, siempre y cuando no tenga que estar amarrado de un arnés y colgando en el aire. “Soy una gallina para subirme a los andamios”, explica.

REPROCHES DE SUS HIJAS

Mientras toma un barril lleno de desechos para tirarlos a la basura, Martín entiende que la distancia por ahora es una barrera insuperable.
“A todas las pongo en manos de Dios, siempre que puedo les hablo o les mando mensajes, son mi amor. Recuerdo que una vez mi hija mayor me reprochó el no estar con ellas allá, lloré porque no tengo el dinero necesario para obtener mi ciudadanía y traer a mis nenas aquí conmigo”.

Muchos al conocer la historia de Martín Castro, quien como jugador fue un portentoso volante o lateral derecho en sus inicios, la relacionamos con la fama y dinero, pero…

Yo nunca fui un hombre derrochador, cuando tenía dinero y cobraba, lo compartía con mi familia, esposa, hijas y mi mamá. Casi no gastaba en ropa o zapatos, lo mío no era lo material”, explica.

¿Casas, carros, joyas?, no me daba esos lujos en Honduras, nunca me puse algo en mi cuello o muñeca, no me gustó aparentar lo que no era, compré carro hasta cuando estaba aquí, jugando en mi país no pude adquirir uno”, prosigue.

LA NAVIDAD MÁS AMARGA
En diciembre de 1999 la familia Castro-Dolmo, de quien Martín es la cabeza, pasó uno de sus peores momentos, según cuenta el también ex de Broncos e Independiente.

“En Broncos nos debían sueldos, nos dieron unos cheques, pero cuando decidimos ir al banco, estos no tenían fondos, hoy me da risa, pero en aquel momento nos dio rabia por no tener para cocinar, para darle de comer a nuestras familia ni tener la Navidad que hubiésemos deseado”.

De pronto sus ojos, cubiertos por unos lentes de sol, ceden ante la fuerza de su historia y dejan caer lágrimas.
Lo más difícil fue no tener dinero, pero ni para pagar luz y agua, mientras mi hija lloraba y me pedía comida”, dice mientras suspira y rechifla de lamento.

-Pide un momento, se relaja y continúa su relato sobre aquellos amargos instantes. “Esa Navidad me quedé en San Pedro Sula, mi mamá me decía que fuese a Tela, “sabés que aunque haya poco, alcanza para todos. Esas palabras me doblaron”.

“La solución en aquel momento fue pedir prestado a un amigo que quiero mucho, Albert Mathews, seguí el consejo de él de venirme a Estados Unidos a trabajar y no volver a jugar fútbol.

En Broncos solo recibí un sueldo en seis meses y eso no bastaba. Desaparecí de mi país no porque quise, sino por necesidad”. Martín sigue fuerte y luchando a diario por salir adelante y darle lo mejor a los suyos.

ALGO MÁS

SUS AMIGOS: Son un apoyo, pero ante todo está el amor de la familia.

HONDURAS: Mi bello país.

LA FAMILIA: Lo que más extraño.

REAL ESPAÑA: Un buen equipo.

EL FÚTBOL: Una gran etapa de mi vida.
DIOS: Mi padre, el que me ha guiado y dado fuerzas para salir adelante en los momentos duros de soledad y tristeza.EN UN MINUTO

EN MINUTO

¿CUÁL ES LA ANÉCDOTA QUE MÁS RECUERDA?
“En mi clausura de sexto grado, salí guapo jejeje, con camisa manga larga, corbatín, pantalón café, pero chuña, con las uñas de los dedos levantadas de tanto jugar descalzo en la calle”.

¿EN QUÉ ZONA DE LA CANCHA SE SENTÍA MEJOR?
Inicié como lateral derecho, jugué como volante y hasta de delantero.

EL PÉRFIL DE MARTÍN CASTRO

Nació en: Barrio La Curva de Tela, Atlántida

Fecha de nacimiento: 3 de diciembre de 1969

Edad: 43 años

Sus hijos: Ashley y Andrea.

Casado con: Claudia Dolmo.

Madre: Petrona Castro.

Llegó a Estados Unidos: En 1997 de forma temporal y en 1999 de manera definitiva.

Año de debut: 1988

Retiro: 1999

Sus equipos en Honduras: Real España, Deportes Progreseño, Independiente y Broncos, además de Ferrocarril en Segunda División..
Trabajos hechos en EUA: Limpieza, Estructuras de Tabla Yeso y Ventanas.

GOLAZO A PRONO EN 1996:
“Dios mío, eso es algo que pasó, es historia, los veteranos siempre me comentan ese golazo, fue muy bonito, recordar es vivir y cuando vienen los clásicos, me llaman para decirme, ¿viste que Nasralla pasó tu “Martinazo” a Prono?, el ingeniero siempre me recuerda”.