La violencia en Honduras no solo se llevó, el 10 de diciembre de 2015, al futbolista Arnold Peralta, sino también al hijo, al hermano, esposo y también padre.
La vida del futbolista, que fue abatido de 18 disparos en un centro comercial de La Ceiba, tenía muchas razones para estar llena de gracia y dicha, se había convertido en el progenitor de una hermosa hija, Camila, pero a la que apenas pudo disfrutar por culpa de la delincuencia.