Liga Nacional

Ney Costa: 'La hondureña es cariñosa y de calidad'

El atacante brasileño es nuestro invitado a 'Con Sello Femenino'.

2011-11-02

El brasileño Ney Costa nos acompañó al parque turístico El Picacho, donde aprovechó para contarnos sobre todo lo que ha vivido en el fútbol hondureño, así como las ciudades nacionales que lo han enamorado.

¿Te gusta dar entrevistas?
Sí, la verdad que es un momento para desestresarse y hablar un poco de todo en la vida. Es bueno el poder expresarnos, hablar un poco de lo que vivimos y de lo que pensamos.

¿En qué año llegás a Honduras?
En el 2003.

¿Y eso que no te has casado?
Estoy soltero. Como dice la Biblia, ‘todo a su tiempo’. Cuando sea el tiempo llegará la persona indicada a mi vida.

Contame de tu vida en Brasil
Mi mamá es funcionaria del Estado y mi papá policía. Fue una infancia dedicada al deporte. Tuve una buena niñez. Me gustaba escaparme para jugar siempre fútbol, esa fue la clave de mi vida. Es que a través del fútbol yo puedo aprender muchas cosas.

¿Hermanos?
Tengo tres, yo soy el mayor. Una mujer y dos hombres. Yo he sido muy tranquilo, no le di tanto trabajo a mi mamá, siempre pasaba jugando, eso era lo mío.

¿Cómo es tu relación con ellos?
Muy bien, para ellos siempre he sido un ejemplo. Ellos estaban atentos de mí. Miraban que mi papá y mamá nunca me regañaban ni me golpeaban. Siempre hubo un buen diálogo en la familia que me ayudó mucho en mi carácter, en la persona que soy.

Hijo de un oficial de policía... ¿Qué se siente?
Él siempre pasaba trabajando, dando órdenes. él tenía un trabajo duro, pero nunca llegaba estresado o enojado. Siempre andaba alegre. él buscaba conversar, orientar, nunca me habló fuerte ni me pegó, menos ofenderme. Además, las armas no las llevaba a la casa nunca. él ha sido muy especial en mi vida. Supo dividir su trabajo de la familia.

¿Viven?
Sí, los dos. Nosotros somos de Bahia, ahí está toda la familia.

¿Playita…?
Sí, yo ahí crecí, en el ambiente de la playa, del clima y la brisa del mar.

¿Qué hacías en un día normal?
Mirá, es una ciudad grande que tiene playa. Fijate que te podés subir a un lugar alto que hay y se logra ver toda Bahía, esto en ciudad alta y también está ciudad baja. Es una linda ciudad porque es por donde entraron los portugueses y además es la primera capital de Brasil.

¿Qué recordás?
Yo siempre iba a Gamaleira, una playa a la que íbamos en la mañana, nos quedamos todo el día y no pasaba nadie nunca. Buceábamos, hacíamos surf, pasábamos ahí con mis primos, era súper bonito. A veces me sentía como dueño porque nadie llegaba, hay muchos lugares bellos en Bahía.

¿Te enorgullece que el Mundial sea en tu país?
Sí, estoy feliz. La gente podrá conocer más de Brasil. Es que es bello, para poder conocer cada estado y sus historias.

¿Qué te parece el Maracaná y más ahora que lo están remodelando?
Muy bonito, la verdad, porque ahí será la final. Pero en mi ciudad están haciendo un gran estadio también para el Mundial.

¿Cómo será el recibimiento?
Muy bien, los brasileños somos muy apasionados por el fútbol, entonces seguro los que vayan al Mundial van a sentirse bien recibidos.

¿Qué tan apasionados?
Se le tiene un gran amor al fútbol. Dejamos muchas cosas por esa pasión. Se deja a la familia por estar en el estadio el domingo, sin falta, aunque sea de primera, segunda o tercera divisiones.

¿Tanto así?
Mirá, en Brasil un partido de tercera división puede tener hasta 80 mil personas. El equipo de mi ciudad, ahora ya está en primera y más allá que esté bien o mal, lo apoyan, porque tienen amor por el equipo, porque la ciudad se identifica con ellos.

¿Igual que acá?
Ja, ja, ja, acá la gente se enoja, no quiere ir al estadio o deja de apoyar. A mí me molesta cuando miro esas cosas porque yo crecí diferente. Mis tíos me llevaban independientemente cómo estuviera el equipo, ahí estábamos nosotros todos los domingos, apoyando, criticando también, pero en el estadio.

¿Y si es por violencia?
Eso se puede controlar, se debería controlar. La policía debe tomar cartas en el asunto y resguardar los estadios. Pero no se debe dejar de apoyar a los equipos, hay que ser fieles.

¿Cuándo decidís dedicarte sólo al fútbol?
Creo que a los 16 años.

¿Qué te dijeron tus papás?
Fue una noticia un poco dura en la casa. Ellos querían que yo estudiara en la universidad, son cosas que ellos no esperaban. Todos en la familia estudiaban y tenían títulos. Yo era el único de la familia que estaba metido en el fútbol. Incluso mis tíos querían negociar conmigo.

¿Y eso?
Sí, para que estudiara y siguiera la carrera, pero yo amaba el fútbol. Nada me hizo cambiar. Me decían: “Te doy lo que quieras, pero dejá el fútbol”. Es algo que está dentro de mí y yo lo voy a hacer hasta el final.

¿Y cuando te fuiste de la casa?
Más fuerte, creo que hasta el día de hoy mi mamá siente todavía el momento en el que me fui. Yo me senté con ella a los 16 años y con mi papá. él no decía nada, pero mi mamá lloraba mucho. Me fui a jugar a un equipo en Sao Paulo. Estuve fuera de casa por dos años, luego volví. En fin, fue muy duro para ellos porque mi mamá es muy emotiva.

¿Te afectó con tus hermanos?
Ellos tenían mucha confianza en mí, pero llega un momento que uno toma decisiones en la vida, como persona y profesional. Yo sabía que era una decisión dura y fuerte para mi vida y la de mis padres, hermanos y familia en sí, pero no me arrepiento, gracias a Dios.

Así debe ser... ¿Te volvés a ir?
Sí, a Portugal. Un tiempo en el que ya me alejé totalmente de mi Brasil, porque al regresar ya me vine a Honduras.

¿Hace cuánto no vas?
Unos cuatro años ya. No he podido por el trabajo y el tiempo, porque el torneo termina y no queda mucho tiempo.

¿Y el contacto?
Siempre, todos los días. Eso nos ayuda a sentirnos cerca.

¿Cómo llegás a Honduras?
Es que estando en Sao Paulo, el contratista que trajo a Luciano Emilio habló conmigo que había contactado acá con un equipo y habló con Francisco Herrera, hijo de Chelato y ya me trajo para acá.

¿En qué equipos has estado?
Universidad, Vida, Olanchano, Real España, Hispano y Deportes Savio.

Has vivido en Tegucigalpa, La Ceiba, Olancho, San Pedro Sula, Comayagua y Santa Rosa…
Es lo más lindo, me siento feliz porque he podido conocer las diferentes ciudades. Aprender de las costumbres y estilos de vida. Yo visito cada lugar en el que he jugado y tengo amigos. Es lindo el poder aprender de un país. Yo bromeo con ellos porque les digo que ya no soy brasileño porque tengo un poco de cada rincóncito en mí.

Ni te acostumbrabas en un lugar y para otro... ¿Es duro?
Sí, y triste por lo que dejás. De una manera u otra uno siente, pero el fútbol es trabajo y estas son las consecuencias de trabajo. Uno tiene la oportunidad de cambiar, aunque duela, uno busca ser fuerte y aceptar las circunstancias de trabajo.

¿Y corazones rotos, cuántos has dejado?
Siempre uno tiene la oportunidad de conocer gente, pero uno nunca trata de dañar a nadie, porque no se puede andar dañando gente…

Ja, ja, ja, ok... ¿Cuántas te han roto el corazón?
Ah, ahí sí… He tenido mis desilusiones en la vida, pero como todo lo ayudan a madurar.

¿Diferencia de salir con una brasileña y una hondureña?
Sí, en algunas cosas. Pero es una relación, como siempre digo que se basa en la comunicación, en lo que uno siente y piensa. Aunque se tengan culturas diferentes si uno sabe explicarse y expresarse, eso ayuda mucho.

¿Qué te ha enamorado más de las catrachas?
Que son bien cariñosas, atentas, son mujeres de calidad, que saben dar y conquistar al hombre.

Por duros que seamos, todos soñamos en casarnos... ¿Qué quisieras que tuviera la mujer con la que unás tu vida?
Primero que sea una mujer de Dios, que tenga ese principio en su corazón. Cuando tiene a Dios en su vida es lo mejor, pues podés soportar y superar muchas cosas de la vida. En el camino uno puede moldear las demás cosas.

¿Quisieras tener hijos en un futuro cercano?
Sí, tengo ese anhelo en mi corazón de tener un hijo y una familia, pero siento que eso es una responsabilidad muy grande y no puedo asumir una responsabilidad como esa si no estoy casado, eso lo pienso mucho. Tengo el temor de equivocarme o de hacer cosas que después me puedo arrepentir. Por ahí eso lo pienso mucho, pero quien sufre más al final es el hijo que lo dejás o no lo ves. Y puede crecer sin algo fundamental, que es el carácter de un padre, aunque tenga a una mamá que siempre lo ayude, pues la formación del padre es necesaria. Sé que a futuro yo puedo convertir a un hijo que en otras condiciones sería tranquilo o rebelde.

Qué miedoso... ese es el riesgo de la vida...
Sí, soy cuidadoso de tener un hijo fuera de un matrimonio. Quiero esperar a que me case y que sea con mi familia.

¿Cuántos?
Uno, ahí después veo. Primero el primero y de ahí pensar si quiero más...

¿Te preocupa cómo te ves?
Con toda sinceridad yo soy de los que prefiero pasar desapercibido…

Ja, ja, ja... Y como sos bien chiquito...
Ese es el punto. Fijate que me gusta andar tranquilo. Con gorra, lentes y entre menos se dan cuenta que soy yo, mejor. Pero por mi altura es bien complicado.

¿Te cuidás?
Sí, uso cremas, paso pendiente de mi pelo, de la barba. Son detalles que yo sé que son esenciales para el hombre que también tenemos que cuidarnos porque esto al final es para uno mismo, más que para los demás.

¿Y la manera de vestir?
He mejorado, siempre me gustaba vestir tranquilamente, pero por el cambio de ciudades he tenido que adaptarme y por ende el clima te modifica el vestuario también.

Contame de las ciudades donde has vivido
En Tegucigalpa me siento muy bien, es diferente. Donde sea que esté siempre vuelvo. La gente me agrada mucho. Olancho, tranquilo, tiene sus lugares turísticos bonitos. San Pedro Sula es bonito, uno puede disfrutar de muchas cosas y estar cerca de la playa. Comayagua me gustó mucho, tiene grandes lugares históricos. La parte cultural es muy fuerte. La Ceiba es lo más bello para mí, me recuerda a mi ciudad. Ahora Santa Rosa es mi princesa, para mí es lo mejor que me ha pasado en mi vida. El cariño y apoyo de la gente en un futuro, aunque no esté ahí, voy a recordarlos todos los días, pues han sido muy especiales para mi carrera.

¿Te quedarías a vivir en Santa Rosa?
Sí, de tener una casa ahí y poderme quedar, sí. Es de los lugares en los que mejor me he sentido de vivir.

¿Cómo llegaste al Deportes Savio?
Pues estaba en el Vida, pero terminó mi contrato. Ya llevo 4 años en Deporte Savio, me llamó Carlos Martínez, ahora del Vida, y me comentó la posibilidad de irse. Y a mí que me encanta cambiar de ciudad, me fui. Al principio llegué en una época como ahora, de frío, mucho frío. Venía de La Ceiba, del calor a un clima con dos pantalones, suéteres, camisas, buzos.

¿Te adaptaste?
Sí, con el paso de los días el cuerpo se adaptó a la ciudad y ahí estoy hasta hoy. Me gusta mucho la gente, las costumbres, siento que me ha ayudado mucho en mi vida. Me considero un camaleón que me logro adaptar a las ciudades.

¿Cómo se llevan en el equipo?
Muy bien. Nos llevamos bien, nos respetamos mucho, bromeamos, cada uno tratando de lograr lo que buscamos.

¿Apoyabas a la “Barbie” en “Bailando por un Sueño”?
La verdad que nosotros le tenemos un gran cariño, yo en lo personal le tengo mucho aprecio. De él se puede aprender mucho, se crece con sus vivencias. Así que claro que lo apoyábamos, siempre le mandábamos mensajitos. Yo casi no lo vi porque siempre los domingos a las 7 me voy al cine para desestresarme. Pero siempre mis amigos me enviaban mensajes o por twitter me daba cuenta.

¿Estás de acuerdo con lo que dicen que es medio duro?
Ja, ja, ja, sí, yo creo que él no bailaba, ahora sí ya puede salir a bailar porque ha mejorado en ese aspecto, creo.

Pero así lo queremos, ¿cómo le irá de regreso en la portería?
Va a regresar mejor, ha de haber tenido un gran aprendizaje como persona.

¿Le contará chistes al profe?
Siempre, Diego siempre sale con unas ahí, nos hace reír mucho. Eso es bien importante que la gente sea agradable, más en un grupo y a él le queremos mucho.

¿Qué otros lugares del país conocés?
Cortés, Santa Bárbara, que es como mi segunda ciudad, cuando no estoy en Santa Rosa, estoy ahí. Tengo un paisano que es como si fuera mi hermano porque se casó con alguien de allá, de vacaciones paso ahí también. Roatán, Trujillo, Tocoa… yo conozco casi todas la ciudades de Honduras, a las que he podido ir y conocer, lo he hecho.

Me chismearon que jugaste volibol también, ¿cómo está eso?
Sí, profesionalmente, en torneos colegiales. Tenía la capacidad, lo sé, porque tenía buen salto y demás, pero había que escoger, era fútbol o volibol. Y pesó mi amor por el fútbol. En mi familia no hay futbolistas, mi papá ni puede jugar. Mis tíos sí aspiraban, pero no los dejaron. Yo rompí eso y pude superar todo para luchar por mis sueños.

¿Qué te gusta en el cine?
Fijate que sí me gusta mucho, pero las policíacas y las de época o de historias me gustan mucho. Las de terror sí que jamás puedo verlas, no las disfruto. Aunque sea adrenalina, pero da miedo y tensión también, no me gusta.

¿Qué clase de música escuchás?
Me gusta la música de Brasil, el ‘ache’.

¿Y podés bailar?
Sí puedo. Ya días no salgo, pero sí puedo. En Bahía es difícil no aprender a bailar, todos lo hacen.

Fijate que en la tele te ves chiquito, pero sos grande, ¿son de gran tamaño en Savio?
Sí, la mayoría de los jugadores somos altos, grandes, pero depende de los equipos, nosotros tenemos esa virtud.

¿Te ha traumado que te dijeran gordito o cosas así?
No, fijate que no. Yo tengo amigos que se molestan más por mí, eso es lindo, ellos sufren cuando me critican. A mí me da risa, no me afecta en nada. Yo pienso que al ser humano hay que entenderle su realidad y las cosas que le afectan a cada uno. Claro, yo no tengo la misma contextura física que la demás gente, así Dios me hizo, así soy yo, pero eso no puede ser una pared que yo no puedo superar. Entonces si yo puedo, por qué la demás gente no puede también.

Me gusta tu pensar…
No podemos poner excusas, se te acerca alguien y te dice: “Ay, estás gordo”. Y contesta: “Sí, no voy a poder hacer nada”. No es así, yo tengo la salud, la capacidad. Mirame a mí, yo tengo la capacidad, si no pudiera, no lo haría. Pero tengo la convicción y la fe en Dios y lo hago y bien.

¿Les dolió perder el invicto?
La verdad creo que nos dio un toque de humildad, ya nos estábamos sintiendo en casa confiados y que todo lo podíamos. Hay males que vienen para bien y creo que nos ayudó a retomar la línea de la humildad. Además, ahora somos más fuertes, no nos debilitamos. Tenemos gente que nos ayudó a entender que eso no es para derribarnos, sino para hacernos más grandes y darnos crecimiento. Nadie espera esas pruebas, pero es bueno que pase ahora porque nos despertó.