El Salvador no tuvo suerte en el sorteo de la Copa del Mundo 1982. El azar los ubicó junto al campeón reinante Argentina, el subcampeón europeo Bélgica y el siempre complicado Seleccionado de Hungría.
Ningún salvadoreño creía que su equipo podía superar la primera fase, sin embargo tampoco nadie esperaba sufrir el impresionante golpe del encuentro debut, en el que La Selecta fue triste protagonista de la máxima goleada de la historia mundialista: 10-1.
En el tercer día de competencia en España, El Salvador hizo su presentación en un Mundial. A pesar del gran entusiasmo que había en el plantel centroamericano, el fútbol húngaro fue demasiado para la falta de experiencia salvadoreña.
De esta manera describió la impresionante goleada 10-1 el periódico La Vanguardia: “La superioridad de Hungría sobre su oponente, superioridad a la que incluso de risa mencionar por aquello de que suena a perogrullada, fue más que una superioridad táctica y de aprovechamiento de ocasiones que no una superioridad técnica y física”.
A los 23 minutos el conjunto europeo ya ganaba 3-0, entonces el entrenador Mauricio Rodríguez sacó al mediocampista José Rugamas e incluyó al delantero Luis Ramírez. El equipo americano aún soñaba con acercarse en el marcador cuando finalizó la primera etapa sólo tres goles abajo. Sin embargo, en el segundo tiempo llegó lo peor.
A los nueve minutos el resultado ya era 5-0. En ese momento hizo su ingreso Laszlo Kiss, quien sería el máximo artillero del partido con tres anotaciones. El resto de los goles se repartieron entre siete futbolistas diferentes. Tras el descuento de Luis Ramírez a los 19, llegaron cinco festejos más de Hungría, que cerró la cuenta a los 38 minutos.
El 10-1 tuvo sus consecuencias en El Salvador. El joven arquero Ricardo Mora -17 años de edad- afirmó tras la derrota: “Si Hungría nos propinó una goleada fue por no ser cobardes. No nos sucedió por ser cobardes, nos sucedió porque éramos muy valientes, y que por esas cosas raras del destino, a nosotros nos sucedió ese accidente”. (