No Todo es Futbol

La triste y dramática, pero ejemplar historia del 'Escorpión” Ruiz

El boxeador hondureño habló con DIEZ y contó su triste historia del pasado.

2015-03-14

Al ver los ojos de Josec 'El Escorpión” Ruíz, se nota el resentimiento que tiene por la vida. Desde niño pasó momentos duros y en medio de muchas peleas.

En el Día del Deportista, les presentamos esta historia de uno de los boxeadores del momento en Honduras. En noviembre de 2014 derrotó en tan solo el segundo round del combate al colombiano Jelier Pacheco por nocaut, confirmando el gran nivel que muestra este joven de 19 años.

Todos conocen al boxeador hondureño que es campeón de Centro América, pero pocos al que peleó todas las noches de su adolescencia para dormir en una cama de Casa Alianza.

“Mi historia empezó en Limón, Colón, recuerdo que vivíamos en una casa de manaca y con un techo de nylon. En la noche utilizábamos candil porque no teníamos luz', inicia su triste relato.

'Una vez creí que lo había apagado y cuando estábamos dormidos agarró fuego, un primo se quemó una pierna y yo la cara, no pude salvar nada”, sigue contando el “Escorpión” Ruíz.

“Mi mamá murió cuando tenía cuatro años y mi padre se fue para Estados Unidos y yo nunca supe nada de él, mi hermana mayor era la que me mantenía, pero no tenía dinero y se vino a Tegucigalpa a trabajar. Yo me quedé solo y tenía que pedir para comer. Mi abuela me recogió y conviví con ella”.

Foto: Diez

EMPEZÓ EL DOLOR

El ahora boxeador hondureño recordó que después del incendio no tenía nada en la vida y su abuela estaba en una terrible crisis.

“Ahí fue cuando conocí a Sor Leonarda y me llevó a su orfanato en Limón, yo me fui con ella porque dijo que me iba a dar comida y siempre andaba muy filoso, (con hambre). Solo llegué y me dieron un plato de arroz con pollo, nunca lo olvidaré”, dijo con nostalgia.

“Cuando tenía 14 años la Sor Leonarda me dijo que no podía seguir viviendo allá y me mandó a Casa Alianza. Esa primera noche fue dura, porque yo quería estar en un cuarto de garífunas y no era así, todos estábamos aparte'.

'Recuerdo que no había pasado ni una semana, cuando un muchacho llamado Donald me dio mi primera paliza, él me golpeaba mucho acá”.

El “Escorpión” sufrió mucho en Casa Alianza y tenía que pelear para sobrevivir. “Aquí era terrible vivir, habían muchos jóvenes de pandillas y ellos eran mayores y uno tenía que hacer lo que te piden y sí no lo hacías te daban para los chicles (golpes). Además cuando uno se bañaba, le robaban la toalla”, relató.

GOLPES QUE NO OLVIDARÁ

Para el “Escorpión” no hay nada más duro que sufrir en la vida y por eso asegura que jamás olvidará las veces que le tocó aguatar hambre y pelear por una cama.

“Sabes, la vida me ha dado bastantes golpes, pero a pesar de que me ha tratado como quiere, yo nunca me inclino. Dios siempre tiene un propósito para uno y si mamá estuviera viva no boxearía'.

'Estoy seguro que allá en el cielo me protege en cada pelea. A mi papá no le interesa nada de lo que me pase, en varias ocasiones le pedí dinero para comer y nunca me dio”, confesó.

“Los golpes de la vida duelen más que los de boxeo, pero me han ayudado a tener un carácter fuerte en mi carrera. Para mí, perder en una pelea es como volver al pasado, todo sería como antes y yo no quiero volver a vivir eso. Cuando estoy peleando llego hasta donde no puedo, no tengo límites porque quiero seguir creciendo”.

El “Escorpión” siguió contando casi con un nudo en la garganta. “Los golpes del boxeo se curan, pero los de la vida quedan marcados para siempre. Yo jamás pensé que ahora me iban a felicitar. Yo no quiero volver a ser el “Escorpión” del pasado. Nunca tuve nada en mi vida y quiero ser alguien, tengo hambre de tener éxito”.

LAS FRASES DEL ESCORPIÓN

'Casa Alianza fue mi primera escuela para pelear, te cuento que aquí hay cuatro niveles según el comportamiento, el que estaba en el cuarto era el mejor portado y yo nunca pasé del segundo”.

'Yo solo me escapaba para jugar videojuegos, le decía a mi educadora Nora que tenía que salir a hacer una tarea que costaba 20 lempiras y era mentira, todo era para jugar maquinitas”.

'Nunca me escapé como otros muchachos para andar con un bote de resistol o robar, nunca me gustó eso porque aquí es Tegucigalpa y si uno se roba algo lo matan y yo miré muchas veces eso”.

'Mis amigos de aquí que no pensaron en su futuro están muertos o en la cárcel. Tenía un amigo que lo metieron preso. Cuando lo iba a visitar, miraba a muchos metidos en las celdas de las maras”.