Una vez más el astro de Barcelona volvió a dejar algo en claro: sin él, el equipo dos veces campeón del mundo estaría hoy pensando en el eterno y tortuoso camino a Qatar 2022. Messi, siempre Messi, le puso la firma a una noche inolvidable y selló el drama albiceleste rumbo a Rusia 2018. Quedarán como recuerdos el llanto atrapado, el desahogo contenido.
La selección argentina vivió su noche más feliz en mucho tiempo y en gran medida se lo debe a su máxima estrella. Se había dicho en estas líneas tras la igualdad frente a Perú: Messi, aunque parezca de otro planeta, solo no puede con todo. Con ayuda, claro, es capaz de conseguir lo impensado. Y rescató a su equipo de una situación límite cuando todo estaba por venirse abajo tras el 1-0 ecuatoriano.
Esas sociedades que tanto buscaba Sampaoli por fin llegaron en los 2.856 metros sobre el nivel del mar, en una capital ecuatoriana que ovacionó al Nº 10 de principio a fin, anonadada con la tarea heroica del mejor futbolista del mundo en los últimos 10 años. Messi es sinónimo de fútbol, genio sin banderas. Y en Quito encontró compañía en Di María, Enzo Pérez y Benedetto. Fueron el complemento ideal, se acoplaron a sus ideas e hicieron algo que parece básico, que se reclamaba en la Argentina pero que no venía funcionando: “Devuélvanle la pelota a Leo, por favor, él sabrá que hacer con ella”, se escuchó en cientos de ocasiones.
Y vaya si Messi supo qué destino darle. En un partido tan decisivo como extremo se cargó el equipo al hombro y resultó imparable para los defensores locales. Di María y Messi combinaron en el primer gol como Messi combina con sus compañeros en Barcelona. Y volvieron a hacerlo en el segundo tanto.
Con el hattrick marcado frente a Ecuador, el capitán argentino alcanzó los 21 gritos en las eliminatorias sudamericanas y supero por dos a Hernán Crespo; comparte el liderazgo con el uruguayo Luis Suárez, su amigo, dos estrellas que estarán presentes en Rusia 2018. Fueron tres goles que le devolvieron el sueño a un país que respira fútbol y hoy vuelve a soñar. Vale destacarlo: desde la igualdad del último jueves frente a Perú la Argentina entró en una meseta, una especie de paréntesis con un único tema en las calles: lo compleja que asomaba la posibilidad de viajar a Rusia. Pero una vez más Messi apareció al rescate para romper con cualquier inercia negativa. Hubo llantos, gritos al cielo y agradecimientos de todo tipo. En un deporte donde no siempre prevalece la justicia, quizás en Rusia 2018 el fútbol le pague a Messi algo que le debe desde hace mucho tiempo.