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Abidal, el jugador más llorado y amado en el Camp Nou

El jugador francés luego de salir del Barcelona se fue al Mónaco para terminar en el Olympiacos de Grecia.

2014-12-19

El 6 de abril del 2013, el Camp Nou estalló en uno de los aplausos más ensordecedores que se recuerdan en el feudo catalán para recibir a un viejo amigo, que llevaba poco más de 400 días ausente porque un cáncer en el hígado le había sacado de circulación.

Contra todo pronóstico, Éric Abidal (Saint Genis-Laval, Francia, 11 de septiembre de 1979) volvió a sentirse futbolista.

El lateral francés, uno de los fichajes más resultones que ha realizado el Barcelona en los últimos años, por rendimiento y precio (14 millones de euros), se convirtió desde su llegada, procedente del exitoso Olympique de Lyon, con el que ganó tres ligas, en un jugador imprescindible en la banda izquierda.

Fue Abidal quien reconoció que vivía en un mundo feliz en el vestuario azulgrana, pero que fuera de él le extrañaba que la relación entre los jugadores fuese lejana, a diferencia de la piña humana que representaba el Olympique.

Ese calor y proximidad que prodigó para los suyos la encontró cuando la vida le jugó una mala pasada al conocerse que se le había detectado un tumor en el hígado.

El barcelonismo se quedó helado al conocer cómo a una de las sonrisas más amables del vestuario se le caían los ojos al suelo por el dolor que suponía la incertidumbre de tratar un asunto de ese calibre y, consecuentemente, del futuro de sus hijas.

Aquel 15 de marzo del 2011, el FC Barcelona emitió un comunicado que heló el alma de todo los culés: 'Al jugador Eric Abidal se le ha detectado un tumor en el hígado que será tratado quirúrgicamente el próximo viernes en Barna Clínic Grup Hospital Clínic de Barcelona por el doctor Josep Fuster Obregón. Por expreso deseo del jugador, el club pide el máximo respeto al derecho a su privacidad'.

Abidal había conocido su destino aquel mismo día. En la jornada siguiente, Abidal entró en el vestuario para dar la mala noticia y para ser él quien animase a sus compañeros. Un mes y medio después, en el partido de vuelta de la semifinal de la Champions, Josep Guardiola le hizo ingresar en el campo en el último suspiro del partido contra el Madrid y, para que la fiesta fuese redonda, después de que el Barça alcanzase la final.

En aquella final del 2011, y tras jugar todo el partido y haberle salido al Barça un choque perfecto contra el Manchester United (3-1), el capitán barcelonista, Carles Puyol, le cedió el honor para que el francés recogiese el trofeo, hecho que el propio Abidal ni esperaba y, tiempo después ha reconocido, que nunca olvidará.

'La enfermedad que pasé no fue por accidente. Según lo veo yo, Dios te pone desafíos', dijo tiempo después el francés, una sentencia que llegó tras el segundo palo que la vida le iba a dar, casualmente, al año de saberse que tenía un tumor.

Fue el 15 de marzo de 2012 que el club azulgrana informaba de que Abidal sería sometido a un trasplante de hígado, gracias a la donación que le iba a hacer un familiar suyo.

Atrás quedaban tres Ligas más con el Barça, una Copa del Rey (el Barcelona ganaría otra Copa del Rey más aquel 2012) y dos Ligas de Campeones, entre otros trofeos, como el mundial de clubes del 2009 y del 2011.

Abidal entraba en una dimensión desconocida que ponía su vida, esta vez si cabe aún más, en una situación límite: un trasplante de hígado. La intervención resultó un éxito y, contra todo pronóstico, el jugador sacó un coraje fuera de toda duda y no sólo regresó al campo de entrenamiento, sino que ya con otro entrenador, el malogrado Francesc 'Tito' Vilanova, se vistió otra vez de corto para salir en el segundo tiempo en el Camp Nou en el Barça-Mallorca.

El Barça ganó la Liga 2012-13, lo que resultó un homenaje para dos personas que habían puesto el corazón en un puño a todo el barcelonismo: el entrenador Tito Vilanova, que por entonces había superado con éxito un tumor, y el propio Abidal, convertido en un referente de superación.

La alegría de la afición y del jugador quedó empañada cuando el Barcelona, según el futbolista, no cumplió con la palabra que le había dado el por entonces vicepresidente deportivo Josep Maria Bartomeu -ahora presidente tras la dimisión de Sandro Rosell- de ampliar su contrato si volvía a vestirse de corto.

El penúltimo día de mayo del 2013, Abidal se despidió del Barcelona en un emocionante adiós rodeado de todos sus compañeros, sin ningún reproche a la entidad, que tiempo después le presentó la oportunidad de poder integrarse en su estructura y dirigir las escuelas que el Barça tiene por todo el mundo, para poner a disposición del club los conocimiento adquiridos durante su dilatada carrera como jugador en el Mónaco, Lille, Olympique de Lyon, Barcelona, Olympiakos y selección francesa.