La Selección

Jorge Luis Pinto, el técnico que simboliza el esfuerzo sin desmayo en el fútbol

Desde su debut hace 31 años ha sido un obsesido y un trabajador incansable.

2015-12-16

Dirige en el fútbol desde 1984 y desde entonces, hemos conocido a Jorge Luis Pinto como un hombre obsesivo en su trabajo, entregado, metódico y hasta polémico.

Conoce un poco de la vida del actual seleccionador de Honduras que hoy cumple 63 años y que lo festejará en un campo de fútbol, dirigiendo el amistoso contra Cuba en Juticalpa.

ADEMÁS: LA PREVIA DEL HONDURAS-CUBA

Esa ha sido la rutina, la adicción del orientador táctico santandereano desde hace 31 años, desde 1984, cuando debutó como entrenador profesional en el balompié colombiano dirigiendo a Millonarios. O quizás, desde 1979, cuando ejerció como preparador físico de la Selección Colombia que era dirigida por el macedonio Blagoje Vidinic.

El fútbol ha sido su obsesión. Pinto descansa trabajando. Simboliza el esfuerzo sin desmayo, un visionario. “Cuando estaba en sexto de bachillerato, mis compañeros estudiaban química, física y matemáticas, y yo ya leía libros de fútbol, y les decía, ‘cuando yo esté grande voy a dirigir a Millonarios’”.

Foto: Diez

REPROCHE DE LOS PADRES

El sangileño, segundo de ocho hermanos –cuatro mujeres- no había aterrizado en la pubertad y ya tenía resuelto su temperamento. “La rectitud nació en mi casa. En el examen final, previo a la graduación de bachiller, las niñas del colegio, entre las que estaba mi entonces novia, le sacaron las respuestas al rector, pero mi padre, que era el presidente de la asociación de padres de familia me dijo, ‘usted me llega a la casa con ese diploma lleno de trampas y se lo rompo en la cara’”.

Sin tachas, Pinto se graduó del colegio Guanentá, en su municipio natal, y con muchos de sus compañeros de secundaria, comparte todas las navidades, sin falta, en el parque principal del pueblo, luego de la infaltable cena con tamales que prepara su señora madre.

Fue gracias a que desoyó los reproches de sus padres hacia sus estudios en educación física –en la Universidad Pedagógica Nacional-, que a Pinto le falta tiempo para permanecer en San Gil, municipio ubicado a 96 kilómetros de Bucaramanga, con una población aproximada a los 45 mil habitantes y una temperatura promedio de 24º C. Allí nació, un 16 de diciembre de 1952, Jorge Luis Pinto Afanador, y en ese apacible lugar quisiera habitar.

Pero él decidió ser preparador físico, entrenador, embajador. Eligió la intranquilidad inseparable de los directores técnicos de fútbol, eligió ser un soñador.

EL AÑO DE PINTO AL FRENTE DE LA SELECCIÓN DE HONDURAS

Con el carácter suficiente para ser el líder de cualquier tribu, Pinto moldeó su estilo como director técnico. Con disciplina franciscana acudió durante una temporada como vigía del entrenador más laureado del fútbol colombiano.

Su primer título fue sublime para los simpatizantes del Alianza Lima peruano, que estuvieron algo más de 18 años sin celebrar un campeonato y padecieron, en 1987, la muerte de todos los integrantes de su plantilla en un accidente aéreo.

“Durante los primeros partidos, la hinchada del Alianza me gritaba, ‘Pinto, la puta madre que te contrató’, y el día que me vine me sacaron en hombros del estadio”.

Antes del fausto acontecimiento con los ‘Íntimos’, Pinto había dirigido, además del conjunto ‘Embajador’, al Santa Fe, Deportivo Cali y Unión Magdalena. Ya era identificado como un personaje controversial y muy temperamental.

Airado tras los fallos arbitrales que lo perjudicaban, debió orientar muchos partidos desde las tribunas, y conoció de trapisondas que mancharon el balompié colombiano.

Foto: Diez

MOMENTOS MÁS HERMOSOS DE SU CARRERA

Su primer y único título en Colombia, en el 2006 con el Cúcuta, lo impulsó a la dirección técnica de la Selección. El jueves 14 de diciembre de ese mismo año, aun siendo DT de los ‘motilones’, fue nombrado como seleccionador nacional.

“Deportiva y profesionalmente ha sido uno de los momentos más hermosos de mi vida”. Pero también guarda otros irrepetibles instantes: “El día que nacieron mis hijos, y el día que llegué a la Sportiva de Futeboll en Sao Paulo (Brasil) para hacer mi especialización. Ese día besé la tierra de la felicidad, como también, cuando me gané la beca para estudiar en Colonia (Alemania)”.

Luego de 21 meses y de haber caído en forma consecutiva frente a Uruguay y Chile, por las eliminatorias al Mundial de Sudáfrica 2010, Pinto fue cesado de la dirección técnica de la tricolor nacional. Sumó diez puntos en ocho juegos.

En ese momento, el riguroso entrenador, mostró su lado sensible, se desbordó en llanto tras la determinación de los dirigentes del fútbol colombiano. “El sacrificio de algunos jugadores por la camiseta de Colombia no es el mejor”, tiró en su carta de despedida; mientras que del lado de los jugadores se escuchó de algunas incomodidades por las desmedidas exigencias del entrenador santandereano.

RIGUROSO

Sergio el ‘Checho’ Angulo también soportó, en el equipo ‘Cardenal’, los rigores del hombre de estatura baja, voz castrense y permanente traspirar.

“A las 7:45 de la mañana se cerraba la balanza. Si uno llegaba a las 7:46, podía entrenar, pero tenía una multa económica. Es muy estricto con el horario, es un ‘inglés’. Recuerdo que en Santa Fe había un volante argentino muy bueno, de apellido Rifourcaf (Alfredo Óscar), a quien el profesor Pinto iba a sacar del equipo. Entonces, todos los jugadores intercedimos por él ante el ‘profe’ y luego hablamos durante una hora con el argentino. Todo parecía estar resuelto, hasta que el ‘profe’ dijo, ‘¿qué tiene para decir, Rifourcaf?’, y respondió: ‘que usted es un atrevido, con usted no trabaja nadie’”.

Pinto, ha resbalado, se ha limpiado las rodillas y ha continuado. Tras morder el polvo con la Selección Colombia, retornó al Cúcuta, y luego dirigió a El Nacional ecuatoriano y celebró dos títulos con el Deportivo Táchira venezolano. En el 2011 fue contratado por el Junior de Barranquilla, pero dimitió poco después para asumir la dirección técnica de la Selección de Costa Rica, con la que ya había logrado la Copa Centroamericana, y país en el que ya se había coronado bicampeón con el Alajuelense.

Y se fue en busca de su sueño, porque “siempre he envidiado a los técnicos cuando están sentados en un banco dirigiendo en un mundial”, comentó en aquella oportunidad.

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