Liga Nacional

'El fútbol llegó a mi vida sin pensarlo”: Alex Pineda Chacón

El 'Chele' contó detalles de su vida en Con Sello Femenino.

2012-01-18

Aún siendo un par de minutos los compartidos con Alex Pineda Chacón, pienso que fue tiempo suficiente para conocer a uno de los jugadores emblemáticos del fútbol nacional que llegó al país para participar en el partido homenaje a Wilmer Velásquez.

¿Cómo llegó el fútbol a tu vida?
Llegó sin pensarlo, de una manera natural. Por el mismo ambiente en el que me desarrollé.

¿Cuál ambiente?
Un pueblo pequeño donde había dos campos de fútbol. Uno a dos cuadras de la casa. Y claro, jugando en la escuela, con amigos y familiares. Entonces uno hace lo que ve y el deporte en el país es una religión.

¿Cómo fue crecer en Santa Cruz de Yojoa?
Fue una experiencia inolvidable. Todo pasa por algo en la vida, yo estoy orgulloso de mis raíces. El saber en este momento de dónde vengo, a dónde he llegado y a dónde voy, me sirvió como un parámetro en mi vida para saber que he comenzado de abajo desde todo punto de vista. Un pueblo que tenía muchas aldeas, pero que no tenía el título de ciudad, hasta 1988. Luego siempre con la determinación y la esperanza de ir a estudiar a la ciudad.

¿A San Pedro Sula?
Sí, porque quedaba más cerca. Era el primer paso. Ahí estuvimos en un buen colegio con mucho esfuerzo buscando progresar en la vida. Por supuesto, con la ayuda de nuestros papás. Hemos ido escalando posiciones de acuerdo al esfuerzo, quizás al carisma y a muchos factores más.

Contame de tu familia...
Madre y padre, más nosotros que somos seis: dos mujeres y cuatro varones y todos deportistas. Como yo fui el menor, entonces aprendí lo mejor de cada uno y no hacía lo peor de cada uno.

Ja, ja, ja... Buenísima idea.
Sí, ir corrigiendo posturas, sus enseñanzas, entusiasmos, esfuerzo. Afortunadamente tuve hermanos que me enseñaron cosas positivas.

Al escucharte hablar, por el timbre o tono de voz, siento que escucho a Juan Carlos, tu hermano.
Puede ser, quizás porque hemos estado más expuestos a los medios, pero sí muy parecidos, en muchas cosas y la voz es una de ellas.

¿Qué pasó ya en San Pedro Sula?
Sacamos el ciclo común en el Instituto Departamental Evangélico. Juan Carlos ya estaba por egresar. Estuvimos nada más un año yendo juntos. Después él se vino a Tegucigalpa y yo con la idea que después de terminar el ciclo común quería estudiar Química y Farmacia en la capital, pues no había en San Pedro.

¿Química y Farmacia? Interesante.
Era lo que me gustaba, no quería nada que tuviera que ver con matemáticas. Además, iba surgiendo la pasión por el fútbol y hasta cierto punto también una excusa para venir a estudiar a la capital, porque ya seguía de cerca al Olimpia.

¿Olimpia siempre fue tu equipo?
Siempre, desde niño. Y Juan Carlos me lo inculcó también.

¿Cómo iniciaste en el fútbol?
A mis 14 o 15 años fui a probarme a un centro piloto del norte de selecciones infantiles. Aún con poco tiempo hice la prueba, la pasé y me quedé. Logré llegar a ser capitán y subcapitán de la Selección Nacional Sub-15, premundial en México y ya era parte del sistema. Después me siguieron llamando, mi capacidad ya estaba probada. Y ahí vine a Olimpia.

¿En qué año?
1987, porque me empezaron a buscar, aunque llegué hasta 1988. Curiosamente el Marathón me regalaba dinero. Yo les decía que no, porque no quería compromisos. Ellos querían que me fuera con ellos, pero yo le decía a mi mamá que lo que quería era irme a Tegucigalpa y jugar con Olimpia.

¿Te coquetearon más equipos?
Sí, la Universidad que jugara y estudiara. Hasta que llegó Valeriano, el gerente de Olimpia en 1988, pues Osman empezaba y era subgerente. En fin, a mí no me importaba el dinero sólo quería jugar en Olimpia, no me importaba nada. Si me pagaban mucho mejor, pero no era mi meta, mi interés era llegar.

Lo lograste...
El técnico que me hizo debutar fue a mi casa al pueblo a convencer a mis papás para que nos dejara jugar, prometiendo que estudiaríamos. Sólo así nos dejaron ir, bajo esa promesa. Ya teníamos 18 años, pero no éramos rebeldes ni nada. Teníamos mucho potencial y rápidamente debutamos con Juan Carlos. A los seis minutos de juego metí el primer gol y no sabía ni qué hacer, no sabía cómo celebrar. él (Juan Carlos) jugaba de delantero y yo de medio. éramos un complemento.

¿Cuánto tiempo jugaron juntos?
Como unos dos años hasta que él se lesionó y no pudo seguir más con su carrera.

Él (Juan Carlos) te pasó la pasión, ¿te afectó que se haya lesionado?
Sí, al inicio, él y mis hermanos me pasaron el amor por el fútbol. Pero Juan Carlos y yo éramos un complemento, hacíamos diabluras en la cancha, nos enrollábamos a todo el mundo con una facilidad, era muy natural. No fue que nos dieron mucha base, sólo lo teníamos en nosotros. Mirábamos, lo hacíamos. Esa fue nuestra escuela, ver fútbol.

¿Fuiste bendecido?
Sí. Apenas con un año en Olimpia yo pintaba ya para salir, pero mi meta era la Selección mayor, quería consolidarme y ser titular, hacer buenas cosas. Para ese momento me di cuenta que sí podía, que estaba en la capacidad de sobresalir en cualquier nivel. Gozaba de juventud, talento, ganas… las cosas se me dieron. Creo que cada quien está destinado, más el esfuerzo, disciplina, cuidado personal…

El famoso “cuidado personal” que no todos pueden…
Sí, comer bien, descansar, no trasnochar mucho, dejar la fiesta, es de los puntos más importantes en la vida de un deportista porque muchos quizás son igual o mejores que algunos que sobresalimos, pero hay puntos colaterales que son los que no les permiten llegar más allá. Yo sí tenía muy claro dónde quería llegar. Y no llegué más lejos porque ya no pude.

¿Se te acabó el tiempo?
No, porque jugué 18 años profesional. Creo que no muchos pueden decir eso. Normalmente la carrera es de 10 a 12 años, esto si no hay lesiones graves. Imagínate a Juan Carlos, sólo fue de dos o tres años. Yo tuve lesiones graves, sólo en mi primer año y medio tuve tres cirugías.

Qué mal... ¿Dónde?
Una de un codazo en el pómulo izquierdo y dos en la rodilla. De hecho casi me retiro, porque era mucho. Pero después no me pasó nada más así de grave, sólo un golpe de tobillo y cositas pequeñas.

¿Siempre te dijeron “Chele”?
Sí, en el pueblo así me conocen, no por Alex. Mi mamá me llama por Mauricio, pero en el fútbol es por Chacón, más que por Pineda porque hay muchos con el apellido. Estaba el “Flaco” Pineda, Jorge Ernesto Pineda, entonces agarraron el apellido más identificable.

¿Por qué dejás al Olimpia?
Mi ciclo terminaba, tenía 31 años, había que darle paso a otros. Quizá pude haber seguido, pero ya se venía el fin de los ciclos que se tiene que concluir.

Mejor hacerlo cuando aún se está bien.
Sí, es mejor irte a que te corran. Entonces se da la oportunidad y me voy. Soy el último extranjero en el Miami Fusion, empecé en el banco y en un partido íbamos perdiendo 1-0 y el técnico Hudson, un inglés de Newcastle, me manda a la cancha y anoto. Allí comenzó todo...

Estabas súper bien dirigido.
Claro, pero yo no hablaba inglés, sólo lo básico.

¿Te dio miedo?
No, pero no entendía nada de términos futbolísticos. Yo oía lo que decía y no entendía nada. Era divertido. Entrené cuatro días nada más y en mi primer levantón me dije: ‘Welcome to the MLS’ (Bienvenido a la MLS). Regresando a la historia, jugábamos con el Colorado Rapids y me meten. Cuatro o tres minutos, tiro libre, me avivo y gol. 1-1. Luego cinco minutos después, tiro de esquina y gol, 2-1. El técnico me abrazó y me besó…

Ja, ja, ja.. Qué divertido
Yo dije, ¿y este loco? Pues aquí cuando un técnico hace eso en la Liga Nacional se mira raro, pero allá era otra cultura. Yo me quedé helado. Al siguiente juego en la banca de nuevo, pero me vuelve a meter y metí gol. Fueron seis goles en cosa de 270 minutos, aún está ese récord en la MLS.

Qué súper bien, entonces.
El goleador de la Selección de Estados Unidos, Clint Mathis, llevaba cinco goles y yo seis, y así nos fuimos hasta que me di cuenta que estábamos peleando el goleo. Yo iba a la MLS a hacer mi trabajo y no a buscar ser el campeón de la liga o el MVP, pero cuando empecé a ver que podía, entonces me metí a eso y terminé anotando 19 goles en 23 partidos, impresionante. Estando de volante, me tiraba de media punta, que casi nunca lo hice acá, era diferente. Me adapté al sistema, también al idioma y a la cultura.

Pero, ¿ganaste el premio de goleo y otros más, verdad?
Sí, el de Fair Play, Most Valuable Player MVP, Campeón Goleador y me debí haber llevado el MVP del Club, por haberme llevado el de la Liga, pero se lo dieron a un inglés que venía del Manchester, muy buen jugador, era como para compartir.

¿Cuánto más seguiste?
Sólo un año porque el dueño retiró el equipo, pues perdía 3 millones de dólares por año.

¿Y entonces?
Me fui al England Revolution en Boston, donde llegamos a la final, pero perdimos contra el Galaxy. Y es ahí cuando me voy con el Galaxy. Por último fui a Ohio al Columbus. Ya después el Marathón me ofreció venir de nuevo a Honduras, pero ya estaba metiendo los papeles para residencia, más la familia, pues ya no era una decisión sólo mía. Entonces me llamaron de Atlanta, en la segunda división. Acepté, fueron tres años y me retiré ahí en el Atlanta Silverbacks.

¿Pero igual te quedaste de asistente?
Si, así fue, por dos años más. El idioma mejoró, ya entendí mucho, me respetaban los jugadores.

¿Estás bien en Atlanta?
Estoy estable, trabajo en la United Football Academy, que ha crecido mucho, son casi 3,000 niños, está en los primeros lugares de los mejores de Georgia.

¿Y la ciudad?
La conozco hace seis años, estoy bien. Además, con la escuela pensé siempre que pronto podría dirigir después a mayores y así fue.

¿Y la esposa cuándo aparece?
Desde que tenía 19 años. Curiosamente, ella no entendía ni papas de fútbol y eso fue lo que me atrajo más.

¿No sabía quién eras?
No sabía, por ahí se podía confundir por lo que leía o miraba y se acercaría, pero no por esa primera atracción o vistazo. Ya luego le tocó aprender, hizo su tarea.

¿Dónde se vieron por primeras vez?
En Plaza Miraflores, vivíamos a dos cuadras y nunca nos habíamos visto en la Miraflores. Ella entró al cine con unos amigos, yo no pensé que la volvería a ver más, pero después la volví a ver con un amigo que es mi compadre ahora.

¿Él ayudó?
Sí, es que él le presentó a su esposa, entonces cuando ella vio que él me saludó le dijo: “ahora vos me lo presentás a él”.

¿Cuánto llevan de casados?
Son ya 17 años y tenemos dos niñas, una de 10 y otra de 16.

¿Y el niño?
Tratamos, pero vino la niña. Con dos nos quedamos, ni modo.

¿Qué ha significado tu mamá en tu vida?
Ha sido mi inspiración, el saber que está pendiente, de los buenos y malos momentos. De su nerviosismo cuando me golpeaban.

¿Terminaste los estudios?
No. Empecé con Derecho, dos años y medio hice, pero me salió irme a México. Es difícil decidir entre el estudio o la oportunidad. Yo digo, el fútbol se acaba, pero la universidad ahí está. Como lo hizo Juan Carlos, se lesionó, no siguió jugando, regresó y terminó los estudios. Y ahora es lo que es.

¿Cómo fue la relación con Wilmer Velásquez?
Fue de las mejores porque fue muy sana. De 19 años era otro, pero cambió su vida por Dios y empezó a hacer goles. Desde entonces, espectacular, centrado, enfocado, profesional, religioso, familiar, no le he conocido nada raro. Nuestra afinidad era muy buena en la cancha.

Ahora está en un nuevo ambiente, la política, ¿Qué consejo le darías?
Creo que es para él esta etapa, como es para mi ser entrenador ahora. Es comenzar un nuevo ciclo de vida. Es verme yo o él como cuando teníamos 17 años, con aspiraciones, retos, sin saber cuál será el camino o cómo será este, pero de la misma forma que lo logramos ya y nos convertimos en lo que fuimos, pues yo creo que lo lograremos igual. Hablo en carrera profesional, porque la familiar nunca acaba. Que mire la política como un comienzo, con las mismas ganas e ilusiones que como cuando inició como futbolista.