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Este es el caso de Dayana Ávila, de 24 años, que tiene un pasado muy duro tras ser abusada sexualmente por pandilleros en Honduras.
La catracha busca ayudar a sus 9 hermanos y salió desde la ciudad de San Pedro Sula donde no tenía empleo y ayudaba en una tortillería a su madre.
'Salimos desde San Pedro Sula en Honduras hace 5 días. Hemos caminado hasta 8 horas de seguido. Hacemos paradas de 4 horas y seguimos', contó Ávila a la BBC.
La catracha confesó que viajaba junto al esposo de una tía y su padre, pero que este último se atrasó porque a ella le dieron jalón.
'Vine con mi padre y el esposo de una tía. Mi papá se quedó atrás porque a mi dieron un jalón (un aventón) en Ciudad de Guatemala. Él me dijo que lo tomara porque la caminata estaba siendo muy dura. Desde ayer no se de él, espero volver a encontrarlo porque si no, no sé qué voy a hacer', dijo Dayana.
La sampedrana acepta que el no tener un empleo la orilló a salir de Honduras y unirse a esta caravana.
'Salí de casa con 200 lempiras (US$8) y ya me los gasté. En Honduras no consigo trabajo. Solo estudié hasta sexto grado. Vivo con mi padre que es albañil, mis 9 hermanos y mi mamá, que vende tortillas. Es muy duro ver a mis hermanos diciéndole a mi mamá que tienen hambre y ella diciéndoles que no tiene nada que les pueda dar'.
La joven reveló a la BBC que quedó traumada después del abuso que sufrió de parte de unos mareros: 'Eran varios, estaban armados. Me llevaron a un monte, me violaron y me dejaron casi muerta. Nunca lo denuncié porque me dijeron que si iba a la policía me mataban a mí y a mi familia'.
'Luego de que me violaron me amenazaban constantemente. Me tocaba esconderme. Una vez me tocó estar 12 días en una montaña', agregó.
Producto del abuso sexual que sufrió ella quedó embarazada de su hijo a quien dejó en San Pedro Sula, el pequeño se llama Aaron y tiene 3 años, además sufre de epilepsia y el tratamiento es muy caro.
'El tratamiento cuesta unas 5,000 lempiras mensuales (US$200). Yo no tengo manera de pagar ese dinero', reveló mientras se preparaba para seguir el camino.