El Estadio Deodoro, construido para la ocasión, lejos del glamour de los grandes recintos, acogerá a 12 selecciones masculinas y femeninas. Y nadie parece dispuesto a perdérselo. Ni siquiera algún reputado profesional del fútbol americano, ese deporte que tantas despistadas identificaciones ocasionó con el sagrado óvalo.
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Solo dos días después de anunciar su renovación con los New England Patriots, Nate Ebner confirmó lo que sus compañeros ya conocían desde hace un tiempo. Durante los próximos meses se tomará una excedencia con el equipo con el que conquistó la Superbowl en 2014 para entrenar en Chula Vista, California, a las órdenes de la selección estadounidense de rugby.

El curso pasado, si sirve de ejemplo, su salario no alcanzaba los 700.000 dólares, mientras el de Tom Brady o Devin McCourty sobrepasaba los 28 millones anuales.
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Ahora, Ebner deberá renunciar a parte de sus 'austeros' ingresos para formar parte de un Team USA que competirá con varios clásicos del Hemisferio Sur (Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica) y otros de Europa (Gran Bretaña, bajo una sola bandera, y Francia). 'Estamos deseando que empiece a trabajar con nosotros', adelanta Mike Friday, su técnico en una selección que cerró billete olímpico el pasado junio ante Canadá (21-5).

Durante sus dos primeros años universitarios en Ohio State lo prefirió al 'football', al que solo se dedicó plenamente durante los dos últimos cursos. Su compromiso con el deporte de William Webb Ellis también quedó patente con el equipo nacional, con quien participó en los Mundiales sub-19 y sub-20 de 2007 y 2008.
Ahora aguarda Río, donde cumplirá el anhelo de toda una vida. Y el 11 de agosto, cuando se apague la llama olímpica del rugby, cambiará otra vez el rojo, blanco y azul de su país por el rojo, blanco y azul de sus Patriots.