Internacionales
2012-03-02
Cuando Jeremy Lin estudiaba en Harvard, sufría un conflicto emocional. Un buen jugador de un equipo de basquetbol terrible: Terminó la temporada con un récord de 8-22; necesitaba hacer algo más que tiros.
Lin dijo al periódico Mercury News que su batalla como creyente continúa. “Hay muchas tentaciones en mi carrera, y más aún en estos momentos. Hay que tratar de manejarlas y disponer de esos aspectos. Pero así no es como quiero hacer las cosas. Estoy pensando, ¿Cómo puedo confiar más en Dios? ¿Cómo puedo entregarme más a él?. Es una pelea, pero una que voy a seguir luchando”.
Lin asistió a la iglesia china cerca de San Francisco y formó parte de la comunidad cristiana durante su juventud; estuvo en la Comunidad Cristiana de Asia y América Harvard-Radcliffe, además de atender regularmente un grupo de estudio de la Biblia.
La mayor parte de su vida jugó basquetbol con sus compañeros y otros atletas, dijo a Strudent Soul, un sitio web de la Comunidad Cristiana InterVarsity. “Es un ambiente difícil y si no pones límites comprometes tu fe”.
Este tipo de historias se vuelven más comunes en la segunda generación de asiáticos-estadounidenses que, como Lin, se unen a los grupos cristianos del campus, dijo Carolyn Chen, quien dirige el Centro de Estudios de Asia y América en la Universidad de Northwestern.
La cristiandad entre los asiáticos-estadounidenses, dicen los expertos, está creciendo en conjunto con la población, especialmente entre los chinos-estadounidenses de la segunda generación. Jeremy Lin, cuyos padres son de Taiwán y habla abiertamente sobre su fe cristiana, se ha convertido en un símbolo de esa tendencia.
ALEJADO DE LA COMUNIDAD CRISTIANA
Lin creció en las iglesias chinas. En las universidades, los grupos cristianos asiáticos han crecido separados de las comunidades cristianas.
Jeremy Yang, estudiante de último año en Harvard, dijo que su grupo ofrece un lugar donde la fe y la cultura se entrelazan. Los estudiantes se sienten cómodos compartiendo su fe y conviviendo con otros asiáticos-estadounidenses, dijo. El grupo en Harvard comenzó en 1994.
A pesar de ser una superestrella en su preparatoria, Lin no recibió ninguna beca para la universidad. Por otra parte, a pesar de ser el jugador de último año con más anotaciones en la universidad, no fue destacado para la NBA.
Firmó un contrato sin agente con los Guerreros de Golden State y sólo aparecía en el juego cuando su equipo iba muy por delante o muy por detrás. Los Guerreros lo mandaron una liga abajo, donde batalló con sus emociones durante los largos recorridos en autobús, dijo a un auditorio en la Iglesia Cristiana River of Life en Santa Clara, California, el año pasado.
Quien hasta hace un mes se encontraba en la banca, fue llamado a jugar cuando algunos compañeros de los Knicks de Nueva York sufrieron lesiones. Respondió con una serie de juegos donde impuso récords, además de anotar más puntos en sus primeros cinco juegos que lo que Michael Jordan o Allen Iverson hicieron en el mismo tiempo.
Lin, quien dijo que tal vez se convertirá en pastor algún día, otorga su crecimiento como atleta profesional a entender cómo Dios trabajaba con su vida y desarrollando una confianza en el plan que Dios tenía para él.
Michael Chang, un estadounidense-taiwanés que en algún momento fue el segundo mejor jugador de tenis del mundo, dice que Lin necesita tener un balance en su vida que puede ser difícil en el mundo de los deportes.