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Maria Elena Salinas: 'Soy feliz con lo que hago'

En 180 grados te traemos un repaso con la reconocida periodista de Univisión.

2011-04-02

Día de caos en la ciudad de Tegucigalpa, como ya se está volviendo costumbre. Sirenas, gases, manifestantes, policías y una nube de desconcierto en la mayoría de la población.

Sol ardiente -típico de la temporada- y los noticieros no paran de sonar sus alarmas de última hora por la situación que se vive en las calles, pero nada me quita la concentración previo a la entrevista pautada con la mítica periodista de Univisión María Elena Salinas.

Escucho su voz al otro lado del auricular: “Hola Jorge, es un placer que te hayas interesado en entrevistarme…”, su voz en la misma que durante 30 años ha engalanado la pantalla del noticiero Univisión y que crecí escuchando desde niño.

La periodista méxico-americana ha tenido la oportunidad de entrevistar a muchos personajes de talla mundial entre ellos presidentes, dictadores, cantantes, deportistas y políticos que han nutrido su carrera de experiencias inigualables en el mundo de las comunicaciones, convirtiéndola en un ícono en el periodismo.

Considerada una de las 25 hispanas más influyentes en los Estados Unidos y ganadora de múltiples premios por su labor en las ciencias de la comunicación, también hace labor social en la lucha contra el cáncer y tiene una fundación que ayuda con becas a los hispanos de bajos recursos que sueñan con estudiar periodismo.

María Elena hizo una pausa en su mundo laboral y atendió al diario deportivo DIEZ. Nos metimos en la intimidad de su vida y como bien lo dice en su libro “Soy la hija de mi padre”, es un libro abierto… empezamos por arrancarle capítulos a su vida, plagada de gloria, aventuras, entrevistas y enseñanzas…

Cuando pronuncio la palabra niñez, ¿qué se le viene a la mente?
Se me vienen muchos recuerdos agradables. Yo crecí en una familia de inmigrantes mexicanos, pero con mucha felicidad. Nací en Los Ángeles y me dasarrollé en un ambiente bilingüe, bicultural. Creo que esa dualidad me llevó a creerme méxico- americana.

Mucha gente ni se imagina cómo ha sido para usted llegar hasta donde está ahora, ¿qué ha tenido que pasar para llegar hasta allí?
Pues nada es fácil en la vida. Yo no vengo de una familia adinerada. Mi mamá era costurera y mi papá tuvo que hacer muchos trabajos a lo largo de su vida. Comencé a trabajar desde los 14 años para ayudar a mis padres a pagar la renta, como lo hace mucha gente en este país. Pero creo que lo que me ayudó bastante fue la ética que aprendí de mis padres, a lo largo de la vida. Cuando estaba niña me creía una persona mayor, pero ahora que miro a mis hijas me doy cuenta que tan sólo era una niña.

A propósito de sus hijas, hábleme un poco de ellas...
Tengo dos hijas. Una se llama Julia Alejandra tiene 16 años, la otra se llama Gabriela María y tiene 13 años. Son dos buenas niñas, muy aplicadas. Las estoy educando de la misma manera que mis padres me educaron a mí. Trato de que ellas se sientan orgullosas de su herencia cultural, pero todas las madres que tenemos la oportunidad de educar muchachas adolescentes, nos damos cuenta que no es fácil porque no han inventado un librito de instrucciones para criar hijos. Y como madre soltera, tengo que trabajar el doble porque hago malabares para ser madre, que es el trabajo principal que tengo. Además, ser periodista es un puesto que requiere mucho de mí.

Leí en su libro “Soy la hija de mi padre”, en el cual usted dice que sacó la terquedad y el perfeccionismo de él pero, ¿qué sacaron sus hijas de usted?
La terquedad también… ja, ja, ja. Lo mismo, quizás. La curiosidad por la vida, ambas ya tienen conciencia social. Una de ellas encabeza un grupo que se dedica a recaudar fondos para la lucha contra el cáncer. Me siento muy orgullosa de ellas.

También sabemos que tiene un divorcio sobre sus espaldas. ¿Qué lecciones de vida le dejó ese momento?
Muchas lecciones, algunas de ellas prefiero mantenerlas en forma privada. Quizás una de las mayores enseñanzas es que no vale la pena permanecer en una relación, en la que ya no se es feliz, sólo por no dañar a tus hijos. Allí te das cuenta lo verdaderamente fuerte que son ellos y que son capaces de asimilarlo, siempre y cuando se haga de la manera más cordial para ambas partes.

¿Está abierta al amor o no es prioridad en su vida?
No es una prioridad en mi vida y sí estoy abierta al amor. Mi prioridad son mis hijas, mi familia, luego de eso viene el trabajo, después vienen mis amigos. El amor llega cuando tiene que llegar, uno no puede salir a buscarlo.

A sus 56 años, ¿ha pensado a qué edad le gustaría morir?
A los 120, si tengo todas mis facultades, por supuesto. La edad es sólo un número nada más. Yo me siento como una mujer de 30 y eso ha sido por las vivencias de mis últimos 20 años. Me muero por saber qué se viene en el futuro, quiero acompañar a mis hijas en las diferentes etapas de su vida. Quisiera vivir una larga vida.

¿Ha llorado últimamente?
Soy super llorona. Lloro por cualquier cosa, soy muy sentimental y la última vez que lloré, fue hace poco por una decepción.

Soñemos un poco… ¿Qué sería del mundo gobernado por niños?
Si los niños siguen madurando de la forma que lo están haciendo, el mundo sería al revés. Escuchando a mis hijas, creo que tenemos mucho que aprender de ellos. Los adultos nos complicamos mucho.

¿Por qué periodismo y no medicina, derecho, ingeniería u otra carrera?
Yo estudié mercadotecnia y eso fue lo que siempre quise estudiar. Caí en el periodismo y se convirtió en una obsesión. Me di cuenta que las necesidades de la gente hispana en este país. Esa conciencia social de que te hablé al principio, me llevo a meterme de lleno en esta carrera que me ha permitido ser testigo de la historia. Y de no ser periodista, sin duda sería activista para velar por los derechos de los inmigrantes, de los niños y de las mujeres.

¿Qué cualidades deben estar ligadas a un buen periodista?
La perseverancia, la dignidad y siempre estar tras la búsqueda de la verdad.

¿Qué recuerdos le trae el 9 de abril de 1981?
¡Wow…! ese día empecé a trabajar en televisión. Hace ya casi 30 años, lo pienso, veo atrás y no puedo creer que han pasado tantos años y que me ha tocado vivir tantas cosas. Recuerdo que eran tanto los nervios, que no podía ni hablar, pero allí empezó una aventura y un reto que me ha traído muchas satisfacciones.

¿Cómo ha cambiado un día desde ese 1981, hasta la fecha?
Siempre he sido muy trabajadora y muy inquieta, así que ese aspecto no ha cambiado en nada. Todos los días aprendo como aprendía en ese entonces, la diferencia es que ahora soy madre y tengo que hacer malabares para cumplir en ambas facetas.

Reláteme un día en su vida...
Empiezo muy temprano porque tengo que llevar a mis hijas a la escuela. Antes leía los periódicos, pero ahora se quedan allí en la mesa, los leo pero en Internet. Yo no puedo recibir todos los periódicos en mi casa, pero sí los puedo ver por la web. También hago ejercicios y trato de mantener limpia la casa porque allí siempre hay mucho trabajo. Luego las tareas en el trabajo, las reuniones editoriales y la planificación del noticiero. El día empieza muy temprano y termina muy tarde. Aparte de todo, los viajes, las entrevistas planificadas y las coberturas. Todo eso me hace mantenerme ocupada.

¿Cuántas veces ha visitado Honduras y por qué motivos?

He visitado tu país en tres ocasiones. Me ha tocado cubrir situaciones no tan halagadoras. Hice dos visitas a causa del huracán Mitch y por esa cobertura me otorgaron dos premios Emys de periodismo. Allí me di cuenta que es un país que ha sufrido muchísimo. También fui a Honduras para hacer entrevistas sobre el fenómeno de las maras.

Ahora mismo aquí se vive una profunda crisis magisterial, económica y política. ¿Por qué son tan frágiles nuestras democracias?
Son frágiles porque no maduran todavía. Porque les falta el proceso del crecimiento, ese cambio del tercer mundo al segundo y luego al primero. Las instituciones aún no están suficientemente fortalecidas. Quizás lo más importante que tienen son elecciones libres y una prensa libre, pero todavía falta mucho por hacer.

¿Deben los periodistas participar en política?
Creo que no. Tenemos mucha influencia y nuestra labor debería ser siempre enfrentar al poder, cuestionar al poder y enfrentar al poder, sea quien sea. Somos los representantes del pueblo ante los poderosos. Tenemos que velar por los intereses del pueblo y denunciar los abusos del poder.

¿Es necesario mentir para estar en política?
No creo que sea necesario, pero sí veo que es muy común. No dudo que hay muchos políticos que llegan al poder con la intención de ayudar a su pueblo, pero cuando llegan, tienen que servir a intereses especiales.

Dice García Márquez en su último libro, que los periodistas no estamos para recibir premios. ¿Usted qué piensa?
No estoy de acuerdo con eso. Cualquier persona tiene el derecho a que su labor sea reconocida. Creo que todo depende de donde vengan los reconocimientos. Además, él ha sido reconocido muchas veces y ha recibido muchos premios.

También dice que el periodismo es tan serio como la medicina. ¿Qué nos quiere decir con eso?
Pues si la medicina cura y previene las enfermedades del cuerpo, me parece que el periodismo ayuda a prevenir y curar los males de la sociedad. Para tener una sociedad sana, hay que tener un periodismo velando porque así sea.

Terremotos, violencia, secuestros, narcotráfico, crisis económica ¿por qué la agenda periodística mundial está llena de puras malas noticias?
Es una pena. Dicen que una buena noticia no es noticia y creo que no es la manera. Los noticieros llenamos nuestros espacios de malas noticias, pero creo que eso es un fenómeno mundial que existe dentro del periodismo.

¿Ha llorado en sus coberturas periodísticas?
Sí, muchas veces. Es curioso porque existe esa regla periodística que nosotros no debemos involucrarnos emocionalmente en una historia. Somos humanos y muchas veces es difícil no conmoverse ante la desgracia. Me ha tocado en varias ocasiones, incluso allí mismo en Honduras, durante la cobertura del huracán Mitch. Otra de las coberturas que más me pegó fue un alud de tierra que soterró un pueblo en El Salvador. Un padre llegó y entre los túmulos de tierra, pudo ver un pie y rápidamente reconoció que era el de su hija, ese fue un momento impactante.

Usted ha entrevistado a mucha gente importante entre ellos: dictadores, políticos, cantantes, militares y presidentes, pero ¿hay alguien, a quien no ha podido entrevistar?
Bueno yo sigo tratando y no pierdo la esperanza de poder entrevistar a Fidel Castro. Aunque creo que la entrevista más importante es aquella que mañana estará haciendo titulares.

¿Es cierto que esperó 7 años para entrevistar a Luis Miguel?
Sí, es cierto. Estuve pidiéndole la entrevista por mucho tiempo hasta que por fin el año pasado logré hacerla. El problema es que a él no le gusta dar entrevistas y mantiene su vida en total secretividad. Las veces que me quería dar las entrevistas, era con la condición de hablar de su carrera. Yo soy periodista de prensa general y no me gusta que limiten mis entrevistas. Quería hacerle preguntas que la gente quiere saber. Luis Miguel fue noticia, es noticia y seguirá siendo noticia, por eso la insistencia de entrevistarlo y hasta que por fin lo logré.

Si le tocara hacerse una autoentrevista ¿qué preguntas no le faltarían?
Ay, ay, ay... Creo que no me gustaría hacerme una autoentrevista, me haría la difícil. Siempre me gusta estar en el lado donde tú estás ahora. Es mejor ser quien hace las preguntas y no quien las responde.

¿Qué personaje la puso tan nerviosa al grado de olvidar preguntas en una entrevista?
Pues hasta ese grado nunca he llegado. Han habido ocasiones que han sido apremiantes, pero por fortuna siempre me preparo muy bien para las entrevistas. Quizás una de las más incómodas que haya hecho fue con el ex dictador Augusto Pinochet. Nos encerraron en un cuarto oscuro con cámaras y micrófonos de ellos, rodeada totalmente de militares.

¿Le falta algo para ser completamente feliz?
Creo que me gustaría balancear mi tiempo un poco más y tengo años diciendo esto y no sé cuándo llegará ese momento. Creo ser feliz con lo que hago, con ciertos momentos de tristeza, como cualquier ser humano.

En el noticiero Univisión usted se sienta a la izquierda y Jorge Ramos a la derecha, ¿es así también ideológicamente hablando?
No, para nada. Es a un acuerdo que llegamos espontáneamente hace 24 años para tomar cada quien, siempre el mismo lugar. Ambos tenemos nuestra propia ideología, pero no tiene nada que ver en qué lugar nos sentamos. Dentro de nuestro trabajo, la meta es buscar el balance y cuestionar ambos lados.

Entrevisté a Jorge Ramos en 2009 y modestamente me comentó que ustedes son la mejor pareja de la televisión hispanoamericana, ¿piensa lo mismo?
Qué bien, nunca me lo había comentado. Tenemos mucho tiempo juntos, tenemos un gran respeto el uno por el otro. No sé si seamos la mejor pareja o no, lo que sí te puedo decir es que no puedo imaginarme tener una mejor pareja que Jorge Ramos, eso sí te lo puedo asegurar. Después de mucho tiempo, podemos hasta leernos la mente.

Cierre los ojos y pida tres deseos...

Ojalá que los días tuvieran más horas y que las semanas tuvieran más días para que me ajustara el tiempo. Otro, que mis hijas estén siempre sanas. Y el último es muy personal para decirlo públicamente...
Y así se termina la charla con María Elena Salinas. Ella desea más tiempo para poder hacer más cosas en su vida, mientras en Honduras llevamos 4 semanas en huelgas magisteriales, las que difícilmente permitirán cumplir los tan ansiados 200 días de clases.

Ella piensa que los periodistas no debemos participar en política, mientras en Honduras son muchos los comunicadores que utilizan el poder de los micrófonos para llegar a puestos políticos.

Y para terminar me dice: “Los hondureños son gente linda que ponen su mejor cara, a pesar de la adversidad...”.
¿Y saben qué?, le creo...