En un reportaje para la cadena ESPN de su país, el guardameta del Botafogo reveló parte de su pasado y contó una historia que pocos conocían.
Nació en Sao Vicente, un municipio de Sao Paulo, y antes de convertirse en profesional, en 2001 con Cruzeiro, vio como la pobreza lo llevó a probar la esencia del mundo marginal.
“Yo tenía un amigo que prácticamente era mi hermano. Cuando íbamos juntos robábamos en supermercados y entrábamos en casas ajenas. Pero entonces Cristian (como se llamaba su amigo) ya consumía drogas y me mostró la cocaína, cosa que yo no conocía. Pensé: “él es mi hermano, pero debo seguir mi camino”. Desde entonces he tomado las decisiones correctas en la vida”, dijo.
“Todos merecen una segunda oportunidad. La gente debe ir directamente a la raíz del problema. En estos días, por desgracia, vemos a niños de 12 años cometiendo crímenes”, agregó Jefferson.
SU OTRA VIDA...
En su infancia, Jefferson fue artista de circo, creció en uno y lo llevaba a la par de su pasión por el fútbol.
Se declara un experto equilibrista, valiente para hacer piruetas en el trampolín y saltar a través de aros.
“Nunca llegué a hacer malabares. Pero elegí pasar más tiempo en el circo para escapar de los problemas de la calle, de la delincuencia y de todo lo malo. Aunque solo ganaba 16 dólares al mes, ese sacrificio valió la pena”, reveló al suplemento Xtra del diario OGlobo.com.
“Todo lo que viví y aprendí en el circo me dio la fuerza, elasticidad y agilidad que poseo ahora mismo como portero. Dejé la que fue mi casa, a la familia y a muchos amigos en el camino con tal de perseguir mi sueño de ser futbolista profesional, muchos renunciaron, yo no”, finalizó.