Luis Diego, continuando con su lucha contra el osteosarcoma, que es cáncer en los huesos, la familia de Luis Diego lo trasladó a Tegucigalpa a someterse a una quimioterapia, él ya no quería, pero igual accedió.
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Retornó muy débil, pero con las esperanzas siempre de seguir vivo y estar al lado de su amada Berenisse, su madre, su padre y demás familiares.
'Le ganó el cáncer esta batalla a mi hijo', dice don Darío, patriarca de Luis Diego con una voz fuerte, pero triste en su tono.
'Se puso mal, lo llevamos a una clínica en Comayagua, pero estaba muy débil, estaba perdiendo las fuerzas, aunque sonreía a pesar del dolor. Su esposa y toda la familia está destrozada, muy triste', agregó.
'Lo llevamos, usted sabe, uno siempre guarda la esperanza de que venciera ese mal, pero no pudo mi muchacho. El cáncer se llevó parte de mi corazón. Insuficiencia respiratoria nos dicen que sufrió al final', sentenció el padre del ex volante del Victoria y Comayagua FC.
Luis Diego fue velado en su natal Lejamaní.
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Su historia impacta. Como pocas en el mundo del fútbol de Honduras, pero desde el lado humano tiene una gran trascendencia sobre todo porque se trataba de un joven con sueños, metas, con deseos de brillar en el balompié nacional, pero el maldito cáncer ya le quitó parte de ello.
Durante un entreno sufrió molestias en su rodilla. Pensaron que eran los meniscos pero desde ese momento su mundo dio un giro total. Le detectaron una enfermedad que se llama osteosarcoma, que es cáncer en el hueso.
'Me sometí a 30 radioterapias, más quimioterapias hasta noviembre. En ese mes me comprometí y en diciembre me casé con mi ahora esposa Benerisse Zelaya. Me revisaron, tenía una trombosis en mi pierna, la tenía muy inflamada, incluso el 31 de diciembre me tocó pasarlo en el hospital, en la tarde me sacaron para estar con la familia', comenzó a relatar.
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'Hasta el 7 de enero estuve interno. Al salir de ese tratamiento, me tocó decidir si amputarme la pierna o realizar una quimioterapia más, pero era demasiado el dolor y solo me lo contenía con medicamentos, era insoportable', siguió.
Luis Diego no se inmuta al relatar su historia, el dolor es palpable, pero el fútbol sigue siendo uno de los motivos por los que no se rinde.
'Mi pierna no se iba a sanar, mientras yo me trataba en el hospital, llegó un muchacho de 27 año con el mismo problema, él murió, no se quiso operar. A mí me dio miedo y me amputé, si era decisión de Dios, era por algo. Me cortaron la pierna, pero mi fe en Dios me mantiene vivo. Eso fue el 14 de enero', indica.
¿Cómo le ha cambiado la vida esto?, le preguntamos. 'Al principio me costó, por las noches era difícil, no podía dormir, tenía esperanzas de volver a jugar, pero no se pudo. Los propósitos de Dios son perfectos, pero sí es muy duro. Lloraba, horrible. El fútbol me mantiene con alegría, en mi pueblo (Lejamaní, Comayagua? estoy con un equipo de cipotes, les veo potencial y eso me tiene con alegría'.
'Sigo con quimioterapias, no puedo estudiar todavía. Al equipo del pueblo le pusieron mi nombre, Diego Jiménez. Hace poco visité al Oncólogo, hicieron nuevas pruebas y me salieron dos lesiones (pequeños tumores cancerígenos) en mi pulmón izquierdo. La doctora me dijo que se eliminan con quimioterapia o lo pueden sacar con una pequeña cirugía', manifestó.
Jiménez no pierde la fe, mantiene sus esperanzas de vencer a este mal y cumplir su sueño, volver a jugar fútbol, aunque sean potras con amigos.
'Llevo 14 quimioterapias en este nuevo proceso. Eso ha sido lo más difícil, los efectos son duros, salir con malestar, con vómito, naúseas, diarrea, calentura, entonces, eso me dura dos días. No tengo miedo a morir, ahorita no es mi tiempo, me falta mucho por vivir, sueños por alcanzar'.
Recién casado y con la luna de miel aún pendiente, Diego habla sobre la mujer que Dios puso en su camino, Berenisse Zelaya, su compañera de lucha y con la que espera vivir muchos años a su lado.
Y así, todos los días en la vida de Luis Diego Jiménez, la lucha por sobrevivir es latente, el cáncer sigue presente en su cuerpo y en su corazón y el de su familia, está la esperanza de poder de poder salir bien librado de esta batalla.