'El regresó de Tegucigalpa de la quimioterapia y toda esta Semana Santa estuvo muy mal, le costaba mucho respirar por el montón de flema que expulsaba', comenzó diciendo.
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Ya el viernes, día en el que Honduras se midió a El Salvador en el Cuscatlan y que terminó empatando 2-2, el estado de salud de Luis Diego empeoró, pero sabía que su amada selección jugaba y no quería perderse por nada del mundo este encuentro. Pedía el control para que le pusieran el juego.
'Lo internamos, pero él quería ver el partido, no lo pudo hacer completamente. Lo intentaba por ratos, no podía casi respirar, hacía el esfuerzo, apoyaba, pero tuvo que ser sedado para que no le doliera tanto. Vio partes del partido, pero sufrió. El fútbol siempre estuvo en sus venas, lo jugaba y a la Selección siempre la apoyaba', enfatizó.